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miércoles, 21 de octubre de 2015

Caminar es dialogar

www.franciscanos.org
Un don fundamental del ser humano es la capacidad de dialogar. Pero, en general, sabemos muy poco de esa ventaja que nos abre al infinito y la usamos deficientemente. Vamos a ver si aprendemos algo más para ser más humanos, para realizarnos en plenitud

Muchos piensan que el diálogo es una “conversación entre dos”, por oposición al monólogo, que se da cuando habla una sola persona.  No, no se trata solo de una conversación entre dos o más personas. Diálogo nada tiene que ver con dos. Se trata de avanzar comparando opuestos. El sentido reside más en el debate y en el avance, que en los interlocutores.

Etimológicamente la palabra diálogo viene del griego: tanto del lego, “que quiere decir juntar (de donde provienen  muchas palabras, desde leer, lógica y todo lo que termina en – logia y legio), como también la partícula diá, que tiene el sentido de atravesar, caminar, como la palabra diagonal, por ejemplo.  La dialéctica es el arte de dialogar y nadie lo confunde con una conversación entre dos personas.


Hemos sido creados para dialogar. Cuando Dios llamó a la vida, comenzó a dialogar con nosotros, con cada uno de nosotros. Por eso ya vinimos con una energía inmensa, que nos impele a la búsqueda infinita. Y venimos llenos de interrogantes, que se manifiestan a medida que vamos creciendo, si realmente crecemos.

Precisamente por eso, uno de nuestros esfuerzos tiene que ser romper con todos los bloqueos que impidan el desarrollo de nuestra fuerza propulsora. Nos enseñaron determinadas normas para saber cómo  detenernos y comportarnos; ahora tenemos que aprender normas para crecer y desarrollarnos.

Dialogar es caminar atravesando una región en la que vamos amontonando cosas a la vera del camino y en la que vamos siendo empujados por el juego de los opuestos, que nos lanzan de un lado al otro.

Podemos recordar las alusiones al diálogo entre los primeros compañeros de San Francisco, como recuerdan las biografías.  San Francisco ordenó, en la Regla para los Eremitorios, tener un diálogo espiritual todos los días. El diálogo parece ser el único método general en la escuela franciscana de oración.

Mientras “otras grandes escuelas” de espiritualidad presentan sus “métodos”, la escuela franciscana no tiene un método propiamente dicho. No podemos decir que sea un método rezar como rezó San Francisco. El método es un sistema para lograr determinada finalidad.   Si preguntamos ¿cómo hicieron entonces los hijos de San Francisco para crecer en el decurso de los siglos? En mi opinión, la mejor respuesta sería: a través del diálogo fraterno.

Al parecer, el diálogo franciscano fue siempre espontáneo e ingenuo, sin propósito alguno de alcanzar una meta. Pero fue continuo y eficiente. Los hermanos se reunían  no solo para alabar a Dios, sino también para andar por el mundo y para trabajar. Fueron grandes conversadores y confiaron mucho los unos en los otros. San Francisco dio el ejemplo, contando con frecuencia sus sueños, que entendía como “revelación del Espíritu Santo”, o participando de sus inspiraciones y presentimientos que consideraba como dones especiales: “El Señor me dio…”, “El Señor me condujo…”

Fray José Carlos Correa Pedroso
“Los ojos del espíritu”, Ed. Paulinas


Editado por: Marina Fiorino Sierra