Koinonía es la transliteración de la palabra griega κοινωνία,
que significa comunión; como concepto teológico alude a
la comunión eclesial y a los
vínculos que ésta misma genera entre los miembros de la Iglesia y Dios, revelado en Jesucristo y actuante
en la historia por medio
del Espíritu Santo.[1]
La Porciúncula (en latín, Portiuncula;
en italiano, Porziuncola), es una pequeña
iglesia incluida dentro de la Basílica de Santa María de los
Ángeles, ubicada aproximadamente a 4 km de la capital
municipal, en Umbría (Italia). Es el lugar donde comenzó el movimiento franciscano.
El nombre Porciúncula significa
«pequeña porción de tierra» y fue mencionado por vez primera en un documento
que data de1045,
actualmente en los archivos de la Catedral de San Rufino, en Asís.
Con este nombre también se
denomina a la indulgencia plenaria que pueden ganar los
fieles católicos el 2 de agosto (u
otro día que designe el ordinario local para aprovechamiento de los fieles).[2]
En el 1216, en una visión, Francisco obtuvo del mismo Jesús la indulgencia
conocida como "la indulgencia de al Porciúncula" o "el Perdón de
Asís", la cual fue aprobada por el papa Honorio III.
Aquí vivió San Francisco con sus
primeros hermanos, que se unieron a él, en la vida nueva de santa pobreza,
trabajo manual, cuidando a los leprosos, mendigando y predicando el amor de
Cristo. Siendo los benedictinos propietarios de aquel lugar, Francisco pagaba
como renta anual una canasta de pescado.
El 28 de marzo de 1211, Clara de Favarone de Offreduccio, recibió aquí
el hábito religioso de manos de San Francisco, dando inicio a la Orden de las
Damas Pobres (Clarisas).
Aquí san Francisco reunía cada año a sus frailes en los
capítulos (reuniones generales).
En una noche de Julio del año
1216, Francisco, sintió un impulso irresistible de ir a la pequeña Iglesia, la
Porciúncula. En cuanto entró, como siempre, se arrodillo, inclinó su cabeza y
dijo esta oración: "Te alabamos, Señor Jesucristo, en todas las iglesias
del mundo entero. Y te bendecimos porque por tu santa cruz redimiste al
mundo." Luego al alzar su mirada, en su asombro Francisco vio una luz
brillante arriba del pequeño altar y en unos rayos misteriosos el vio al Señor
con su Santísima Madre con muchos ángeles.
Con pleno gozo y profunda
reverencia, Francisco se postró en el piso ante esta gloriosa visión y Jesús le
dijo: "Francisco pide lo que quieras para la salvación de los
hombres". Sobrecogido al escuchar estas palabras inesperadas y consumido
por un amor angelical por su misericordioso Salvador y por su Santísima Madre,
Francisco exclamo: "Aunque yo soy un miserable pecador, yo te ruego
querido Jesús, que le des esta gracia a la humanidad: dale a cada uno de los
que vengan a esta Iglesia con verdadera contricción y confiesen sus pecados, el
perdón completo e indulgencias de todos sus pecados".
Viendo que el Señor se mantenía
en silencio, Francisco se dirigio con un confiado amor a Maria, refugio de los
pecadores, y le suplicó: "Te ruego, a Ti, Santísima Madre, la abogada de
la raza humana, que intercedas conmigo, por esta petición". Entoces Jesús
miro a Maria, y Francisco se alegró al ver a Ella sonreir a su Divino Hijo,
como que si dijera: "por favor, concédele a Francisco lo que te pide, ya
que esa petición me hace feliz a mi".
Inmediatamente Nuestro Señor le
dijo a Francisco: "Te concedo lo que pides, pero debes de ir a mi Vicario,
el Papa, y pídele que apruebe esta indulgencia". La visión, entonces, se
desvaneció dejando a Francisco en el piso de la capilla, llorando de alegría,
con profundo amor y agradecimiento.
También en este Sagrado Lugar, murió san Francisco. [1]