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martes, 23 de diciembre de 2014

“La caridad es el alma de la fe”

San Antonio, siguiendo la escuela de san Francisco, pone siempre a Cristo en el centro de la vida y del pensamiento, de la acción y de la predicación, contemplando de buen grado, e invitando a contemplar, los misterios de la humanidad del Señor, el hombre Jesús, de modo particular el misterio de la Natividad, Dios que se ha hecho Niño, que se ha puesto en nuestras manos: un misterio que suscita sentimientos de amor y de gratitud hacia la bondad divina.


Es un santo perteneciente a la primera generación de los Frailes Menores y uno de los santos más populares de toda la Iglesia católica, venerado no sólo en Padua, donde se erigió una basílica espléndida que recoge sus restos mortales, sino en todo el mundo. Los fieles estiman las imágenes y las estatuas que lo representan con el lirio, símbolo de su pureza, o con el Niño Jesús en brazos.
Se dedicó con interés y solicitud al estudio de la Biblia y de los Padres de la Iglesia, adquiriendo la ciencia teológica que utilizó en la actividad de enseñanza y de predicación.
En Coimbra tuvo lugar el episodio que imprimió un viraje decisivo a su vida: allí, en 1220 se expusieron las reliquias de los primeros cinco misioneros franciscanos, que habían ido a Marruecos, donde habían sufrido el martirio. Su testimonio hizo nacer en el joven sacerdote, el deseo de imitarlos y de avanzar por el camino de la perfección cristiana: pidió dejar los Canónigos agustinos y hacerse Fraile Menor.
Su petición fue acogida y, tomando el nombre de Antonio, también él partió hacia Marruecos, pero a consecuencia de una enfermedad, se vio obligado a regresar a Italia y, en 1221, participó en el famoso "Capítulo de las esteras" en Asís, donde se encontró también con san Francisco.
Fue uno de los primeros maestros de teología de los Frailes Menores, sino …incluso el primero. Comenzó su enseñanza en Bolonia, con la bendición de san Francisco, el cual, reconociendo las virtudes de Antonio, le envió una breve carta que comenzaba con estas palabras: "Me agrada que enseñes teología a los frailes". Antonio sentó las bases de la teología franciscana.
En el último periodo de su vida, san Antonio puso por escrito dos ciclos de "Sermones", titulados respectivamente "Sermones dominicales" y "Sermones sobre los santos", destinados a los predicadores y a los profesores de los estudios teológicos de la Orden franciscana.
En estos sermones, san Antonio habla de la oración como de una relación de amor, que impulsa al hombre a conversar dulcemente con el Señor, creando una alegría inefable, que suavemente envuelve al alma en oración.


En esta enseñanza de san Antonio sobre la oración observamos uno de los rasgos específicos de la teología franciscana, de la que fue el iniciador, a saber, el papel asignado al amor divino, que entra en la esfera de los afectos, de la voluntad, del corazón, y que también es la fuente de la que brota un conocimiento espiritual que sobrepasa todo conocimiento. De hecho, amando… conocemos.
Que la actualización de la Palabra de Dios sea una presentación eficaz de la eterna belleza de Cristo, precisamente como san Antonio recomendaba: "Si predicas a Jesús, él ablanda los corazones duros; si lo invocas, endulzas las tentaciones amargas; si piensas en él, te ilumina el corazón; si lo lees, te sacia la mente" (Sermones Dominicales et Festivi III, p. 59).
También  escribe san Antonio: "La caridad es el alma de la fe, hace que esté viva; sin el amor, la fe….. muere" (Sermones Dominicales et Festivi II, Messaggero, Padua 1979, p. 37).[1]






[1] San Antonio de Padua y la espiritualidad franciscana. Rutas conventuales. Fuente: Vatican.va