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lunes, 16 de noviembre de 2015

La urgencia de una ecología integral



Una de las afirmaciones básicas del nuevo paradigma es el reconocimiento de la relación de todos con todos, para constituir la gran red terrenal y cósmica de la realidad.


Coherentemente la Carta de la Tierra, uno de los documentos clave en esta visión de las cosas, afirma: «Nuestros retos ambientales, económicos, políticos, sociales y espirituales, están interrelacionados y juntos podemos forjar soluciones incluyentes» (Preámbulo, 3).

El Papa Francisco en su encíclica sobre el cuidado de la Casa Común se asocia a esta interpretación y sostiene que "por el hecho de que todo está estrechamente relacionado y que los problemas actuales requieren de una mirada que tenga en cuenta todos los aspectos de la crisis mundial" (nº 137), se impone una reflexión sobre la ecología integral, porque sólo ella da cuenta de la situación actual de los problemas del mundo.

Esta interpretación integral y holística ha recibido un refuerzo inestimable dada la autoridad con la que se reviste la figura del Papa y la naturaleza de su encíclica, dirigida a toda la humanidad y a cada uno de sus habitantes.

Ya no es sólo el desarrollo de la relación con la naturaleza, sino de los seres humanos con la Tierra como un todo y con los bienes y servicios naturales, los únicos que pueden mantener las condiciones físicas, químicas y biológicas de la vida y asegurar un futuro para nuestra civilización.


El tiempo urge y corre en contra de nosotros. Por lo tanto, todos los saberes deben ser ecologizados, es decir, puestos en relación unos con otros y orientados hacia el bien de la comunidad de vida. Igualmente todas las tradiciones espirituales y religiosas están llamadas a despertar la conciencia de la humanidad a su misión de ser la cuidadora de esta herencia sagrada recibida del universo y del Creador que es la Tierra viva, el único hogar que tenemos para vivir.

Junto con la inteligencia intelectual debe venir la inteligencia sensible y cordial y sobre todo la inteligencia espiritual, porque es la que nos relaciona directamente con el Creador y con el Cristo resucitado que están fermentando dentro de la creación, llevándola con nosotros hacia su plenitud en Dios (nºs 100, 243).

El Papa cita el conmovedor final de la Carta de la Tierra que resume bien la esperanza que deposita en Dios y en el empeño de los seres humanos: «Que nuestro tiempo se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida, por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por la intensificación de la lucha por la justicia y la paz, y por la alegre celebración de la vida» (nº 207).

Otra notable contribución proviene del conocido psicoanalista Karl Gustav Jung (1875-1961) que en su psicología analítica concede gran importancia a la sensibilidad y sometió a duras críticas el cientificismo moderno. Para él, la psicología no tiene fronteras entre cosmos y vida, entre la biología y el espíritu, entre el cuerpo y la mente, entre lo consciente y lo inconsciente, entre individual y colectivo. La psicología tiene que ver con la vida en su totalidad, en su dimensión racional e irracional, simbólica y virtual, individual y social, terrenal y cósmica y con sus aspectos sombríos y luminosos.

Supo articular todos los saberes disponibles, descubriendo conexiones ocultas que revelaban dimensiones sorprendentes de la realidad. Es conocido el diálogo que Jung mantuvo 1924-1925 con un indígena de la tribu Pueblo en Nuevo México (EEUU). Este indígena creía que los blancos estaban locos. Jung le preguntó por qué los blancos estarían locos. Y el indígena respondió: "Dicen que piensan con la cabeza". "Pero, por supuesto que piensan con la cabeza", respondió Jung. "¿Cómo piensan ustedes"? Y el indígena, sorprendido, respondió: "Nosotros pensamos aquí", y señaló el corazón (Recuerdos, sueños, pensamientos, página 233).



Este hecho transformó el pensamiento de Jung. Entendió que el hombre moderno había conquistado el mundo con la cabeza, pero había perdido la capacidad de pensar y de sentir con el corazón y de vivir a través del alma. Esta misma crítica la hizo el Papa cuando estuvo en la isla italiana de Lampedusa, donde cientos de refugiados se habían ahogado. "Desaprendimos a sentir y a llorar".

Por supuesto que no se trata de abdicar de la razón –lo cual sería una pérdida para todos– sino de rechazar la limitación de su capacidad de comprender. Hay que tener en cuenta lo sensible y lo cordial como elementos centrales del acto de conocimiento. Permiten captar valores y sentidos presentes en la profundidad del sentido común. La mente siempre está incorporada, por lo tanto está siempre impregnada de sensibilidad y no sólo cerebralizada.

En sus Memorias, dice, "hay tantas cosas que me llenan: las plantas, los animales, las nubes, el día, la noche y el eterno presente en los hombres. Cuanto más inseguro de mí mismo me siento, más crece en mí el sentimiento de mi parentesco con el todo" (p. 361).

El drama del ser humano actual es haber perdido la capacidad de vivir un sentimiento de pertenencia, algo que las religiones siempre garantizaron. Lo que se opone a la religión no es el ateísmo o la negación de la divinidad. Lo que se opone es la incapacidad de ligarse y religarse con todas las cosas. Hoy las personas están desarraigadas, desconectadas de la Tierra y del ánima que es la expresión de la sensibilidad y de la espiritualidad.

Si no rescatamos hoy la razón sensible que es una dimensión esencial del alma, difícilmente nos encaminaremos a respetar el valor intrínseco de cada ser, a amar la Madre Tierra con todos sus ecosistemas y a vivir la compasión con los sufridores de la naturaleza y de la humanidad.   


Sitio de  Referencia:
Página de Boff en Koinonía
http://www.servicioskoinonia.org/boff/
2015-11-13





jueves, 12 de noviembre de 2015

Denuncia profética: “cultura del descarte”

Todo anuncio del Evangelio implica la misión profética de la denuncia y  del testimonio contractual que el Papa Francisco enuncia como “cultura del descarte” o la que franciscanamente podríamos llamar la “injusticia ambiental”. Entendida ésta como el vínculo intrínseco entre pobreza, justicia  social y cuidado del ambiente.

http://www.fundacionoasis.org/legal.html

El respeto por la naturaleza y la paz van juntos, pero se les opone el ídolo del dinero que propicia una cultura del descarte, violenta los ecosistemas de la tierra, provoca conflictos humanos y conduce finalmente a la guerra. La presencia  del Papa Francisco en la isla de Lampedusa, en las periferias del mundo europeo desarrollado y en el encuentro con los excluidos “descartables”, hace un llamado a la conciencia de los cristianos y del mundo “desarrollado” a superar la cultura y de la indiferencia: “Hoy nadie en el mundo se siente responsable de esto; hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna; hemos caído en la actitud hipócrita del sacerdote y del servidor del altar, de los que hablaba Jesús en la parábola del Buen Samaritano: vemos al hermano medio muerto al borde del camino, quizás pensamos “pobrecito”, y seguimos nuestro camino, no nos compete; y con eso nos quedamos tranquilos, nos sentimos en paz. La cultura del bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos hace insensibles al grito de los otros, nos hace vivir en pompas de jabón, que son bonitas, pero no son nada, son la ilusión de lo fútil, de lo provisional, que lleva a la indiferencia hacia los otros, o mejor, a la globalización  de la indiferencia. En este mundo de la globalización  hemos caído en la globalización de la indiferencia. ¡Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del otro, no tiene que ver con nosotros, no nos importa, no nos concierne!... La globalización de la indiferencia nos hace “innominados”, responsables anónimos y sin rostro.

http://realidadqueconsume.blogspot.com.ar/2012/09/globalizacionrealidad-que-se-vive.html
“Adán, ¿dónde estás?, ¿Dónde está tu hermano?”, son las preguntas que Dios hace al principio de la humanidad y que dirige también a todos los hombres de nuestro tiempo, también a nosotros. Pero me gustaría que nos hiciésemos una tercera pregunta: “¿Quién de nosotros ha llorado por este hecho y por hechos como éste?”. ¿Quién ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas?¿Quién ha llorado por esas personas que iban en la barca? ¿Por las madres jóvenes que llevaban a sus hijos?¿ Por estos hombres que deseaban algo para mantener a sus propias familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia la llorar, de “sufrir con”:¡ la globalización de la indiferencia nos ha quitado la capacidad de llorar! En  el Evangelio hemos escuchado el grito, el llanto, el gran lamento: “Es Raquel que llora por sus hijos…porque ya no viven”. Herodes sembró muerte para defender su propio bienestar, su propia pompa de jabón. Y esto se sigue repitiendo… Pidamos al Señor que quite lo que haya quedado de Herodes en nuestro corazón; pidamos al Señor la gracia de llorar por nuestra indiferencia, de llorar por la crueldad que hay en el mundo, en nosotros, también en aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas que hacen posibles dramas como éste”.[1]

Papa Francisco volverá a denunciar en otros mensajes  la mentalidad propia de la sociedad de consumo y del uso indiscriminado de los bienes. “Esta <<cultura del descarte >> tiende a convertirse en mentalidad común, que contagia a todas. La vida humana, la persona , ya no es percibida como valor primario que hay que respetar y tutelar, especialmente si es pobre o discapacitada, si no sirve todavía – como el manuscrito – o si ya no sirve – como el anciano - . Esta cultura del descarte nos ha hecho insensibles también al derroche y al desperdicio de los alimentos, cosa aún más deplorable cuando el cualquier lugar del mundo, lamentablemente, muchas personas y familias sufren hambre y malnutrición. En otros tiempos nuestros abuelos cuidaban mucho que no se tirara nada de comida sobrante. El consumismo nos ha inducido a acostumbrarnos a lo superfluo y al desperdicio cotidiano de alimento, al cual a veces ya no somos capaces de dar el justo valor, que va más allá de los meros parámetros económicos. ¡Pero recordemos bien que el alimento que se deshecha es como si se robara de la mesa del pobre, de quien tiene hambre! Invito a todos a reflexionar sobre la pérdida y del desperdicio del alimento a fin de identificar vías y modos que, afrontando seriamente tal problemática, sean vínculos de solidaridad y de compartición con los más necesitados”[2]

El cambio de estilo de vida y de modelo de desarrollo en el ministerio de Francisco adquiere urgencia la “conversión ecológica” y exige un compromiso personal que lleva a revisar la actitud ante el dinero. La postura del Papa Francisco tiene mucha consonancia con la denuncia al poder  del uso del dinero en el tiempo de san Francisco – Capítulo IV -  pide a sus hermanos que, para ingresar a la fraternidad, es necesario el  despojo de toda posesión y “manda que de ningún modo reciban dinero”.

Lamento, la Tierra
http://www.revistavidanueva.mx/content/la-tierra-saqueada-se-lamenta
El Papa Francisco en una de sus habituales homilías en Santa Marta, denuncia esta tentación de los católicos: “El dinero también enferma el pensamiento, también enferma la fe y la hace andar por otro camino. Y va más allá… De ahí nacen las envidias, las peleas, las maledicencias, las malas sospechas, los conflictos de hombre s de mente corrompida y privados de la verdad, que consideran la religión como una fuente de beneficios. ´ Yo soy católico, yo voy a Misa, porque eso me da cierto status. Me miran bien… pero por debajo hago mis negocios. Doy culto al dinero ´.  Y aquí hay una palabra que la encontramos tantas veces en los periódicos: ´Hombres de mente corrompida´. ¡El dinero corrompe! No hay escapatoria”.

“No podemos servir a Dios y al dinero. No se puede:¡O lo uno o  lo otro! Esto no es comunismo. ¡Esto es Evangelio puro! ¡Estas son las palabras de Jesús!¿Qué sucede con el dinero? El dinero te ofrece un cierto bienestar al principio. Está bien, después te sientes un poco importante y llega la vanidad que no vale, pero tú te sientes una persona importante: esa es la vanidad. Y de la vanidad a la soberbia, al orgullo. Son tres escalones: la riqueza, la vanidad y el orgullo.[3]

Conclusión:
La vocación de ser custodios, es decir a cuidar y custodiar el don gratuito de la vida y todo lo creado, es el desafío de una nueva evangelización. Asumir la cuestión social y ecológica  en la emergencia de la actual crisis ambiental es recuperar la actitud de estupor, de contemplación, de escucha de la creación y de la “escucha al clamor por la justicia”.[4]

Concluimos con este extracto de la audiencia papal: “Pero <<cultivar y custodiar>> no comprende sólo la relación entre nosotros y el medio ambiente, entre el hombre y la creación; se refiere también a las relaciones humanas. Los Papas han hablado de ecología humana, estrechamente ligada a la ecología medioambiental. Nosotros estamos viviendo un momento de crisis; lo vemos en el medio ambiente, pero sobre todo lo vemos en el hombre. La persona humana está en peligro: esto es lo cierto, la persona humana hoy está en peligro; ¡he aquí la urgencia de la ecología humana! Y el peligro es grave porque la causa del problema no es superficial, sino profunda: no es sólo cuestión de economía, sino de ética y de antropología. La Iglesia lo ha subrayado varias veces; y muchos dicen: sí, es justo, es verdad… Pero el sistema sigue como antes, pues lo que domina son las dinámicas de una economía y de unas finanzas carentes de ética. Lo que manda hoy nos es el hombre: es el dinero, el dinero, la moneda manda. Y la tarea de custodiar la tierra, Dios nuestro Padre la ha dado no al dinero, sino a nosotros: a los hombres y a las mujeres, ¡nosotros tenemos ese deber! En cambio hombres y mujeres son sacrificados a los ídolos del beneficio y del consumo: es la <<cultura del descarte>>.[5]

“Alabamos a Dios por la belleza del cosmos y de la tierra, “jardín” maravilloso que confió al hombre para que lo cultivara y conservara. Conviene que los hombres recuerden que se encuentran en un “huerto” del inmenso universo, creado por Dios para ellos”.[6]


Fray Luis Scozzina ofm
Lic. en Espiritualidad Franciscana.
Director del Centro Franciscano de 
Estudios y Desarrollo Regional,
Campus UCA Rosario


CUIDADO DE LA CREACIÓN Y COMPROMISO SOCIAL
Una mirada franciscana desde la justicia ambiental
Fragmento del Capítulo VOCACIÓN HUMANA A SER CUSTODIOS

                            

[1] Papa Francisco. Mensaje en Lampedusa. 8 de julio 2013.
[2] Papa Francisco. Cf. Mensaje a la FAO, junio 2013.
[3] Papa Francisco. Extracto de una Homilía en Santa Marta, fuente Radio Vaticana.
[4] Cf. Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 188-192
[5] Audiencia general, 05/06/2013
[6] Juan Pablo II, Fragmento del Discurso pronunciado ante los líderes religiosos, Asís, 24 de enero de 2002