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viernes, 29 de mayo de 2015

COMO CONSTRUIR UNA UTOPÍA


Una utopía, largamente soñada y construida con la participación no sólo de numerosas personas, sino de tantas generaciones en el decurso de los siglos, no puede improvisarse. Es preciso por consiguiente, reencontrar sus bases, continuar sus líneas, rever los caminos, en fin, tener ideas muy claras con respecto a su concreción.

Una de las bases fundamentales es que el Dios de la Biblia siempre trabajó con la utopía de todo un pueblo y de toda la humanidad a través de la historia. La perspectiva tiene que ser universal, sin excluir ninguna cultura, ninguna religión, ninguna oveja del rebaño. Su pueblo tiene que extenderse por toda la olkoumene en una verdadera y amplia  visón ecuménica.

También es evidente que nuestra utopía del Evangelio tiene que ser profundamente libre (se basa en personas libres) y no puede quedar presa en ideología alguna. Las ideologías son el sueño de los algunos grupos de poderosos, no el sueño de los pobres y débiles de Jesucristo y Francisco.

En nuestra época, para tener una perspectiva de pueblo, uno de los principales y primeros puntos que hay que trabajar es de una mejor relación de justicia entre el hombre y la mujer. 
Nuestra fe profesa que Dios ha creado al hombre y a la mujer con la misma dignidad personal y con los mismos derechos, ambos a imagen suya.jpicfranciscanas.blogspot.com
Podemos decir que éste es uno de los signos de los nuevos tiempos, al que tenemos que darle todo el impulso posible, porque sus raíces interiores necesitan ser curadas. La perspectiva de nuestra utopía tiene que aprovechar todas las realidades posibles y alistarse frente a las experiencias negativas y las carencias del pueblo. Debe partir de los débiles. No trabajamos con poderes, sino con personas. Nuestra utopía siempre parte de la Cruz de Jesucristo, que asumió las nuestras….

Uno de los puntos fundamentales que los franciscanos pueden ofrecer al mundo de hoy y de siempre, es el de una comunidad  humana libre de presiones para comprar todo lo que aparece, es decir, una sociedad liberada del consumismo, que es uno de los mayores males que aqueja a nuestra sociedad contemporánea.

Giotto: Francisco renuncia a los bienes paternos
Partiendo del mundo de los desprotegidos, los franciscanos pueden mostrar también que el mundo de los medios de comunicación y el grueso de la opinión pública dirigida es el fruto del dinero, pues ésa es la utopía de los poderosos que, para realizarla, tienen la posibilidad de modificar el mapa de las naciones y dividirlas según sus intereses. Pero los débiles también están construyendo su mundo.  Y no es fácil prever si la gran utopía final va a ser construida con los ingentes recursos  materiales de los poderosos o, con la contribución lenta y con frecuencia más humana de los débiles.[1]

Editado por: Marina Fiiorino Sierra




[1] Corrêa Pedroso J., “Los ojos del espíritu”. Itinerario de Formación a la Contemplación en la Escuela de Francisco y Clara de Asís. Ed. Paulinas