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martes, 31 de marzo de 2015

FRANCISCO Y LA PASION DE CRISTO


Es principalmente en la Pasión redentora de Cristo donde Francisco admira más  esa humildad llena de amor por la que se entrega a nosotros hasta la muerte. 
Nada le impresionaba tanto como la revelación de Cristo crucificado. Esta revelación constituye un hito importantísimo en su vida. “Desde aquella hora desfalleció su alma al oír hablar del Amado. Poco más tarde, el amor del corazón se puso de manifiesto en las llagas del cuerpo. Por eso, no puede contener en adelante el llanto; gime lastimeramente la pasión de Cristo, que casi siempre la tiene ante los ojos” (2C 11). “Desde aquel instante, la memoria de la Pasión del Señor se le imprimió con caracteres profundos en el alma” (3C 2), tanto que como dice San Buenaventura, “siempre que le venía a la mente el recuerdo de Cristo crucificado, a duras penas podía contener exteriormente las lágrimas y los gemidos” (LM 1m5). En el cuerpo y alma se sumergía Francisco en este misterio y se concentraba en él con toda la fuerza de su ser: “Todos los afanes del hombre de Dios, tanto en público como en privado. Se centraban en la cruz del Señor” (2C 2). “Estaba siempre contemplando el rostro de Cristo, siempre acariciando al varón de los dolores y conocedor de todo quebranto” (2C 85). La cruz, con su dura y penosa realidad, ocupaba el lugar más íntimo de su vida 1.

Pero Francisco de ninguna manera se limitaba a una contemplación sentimental de la Pasión de Cristo. Tenía demasiada conciencia de la necesidad de la salvación y del valor vivificador del sacrificio de Cristo. Los biógrafos sólo nos relatan lo que se podía constatar externamente, pero donde se manifiesta toda la profundidad del alma del santo es en su oración: “Bendito sea el Señor  Dios de Israel (Lc 1,66), que redimió las almas de sus siervos con su propia sangre santísima, y no abandonará a nadie que espere en ÉL (Sal 33,23) (OfP 6).”Aplaudan todas las gentes, aclamen a Dios con voz de júbilo (Sal 46, 2)… Porque el santísimo Padre de los cielos, nuestro Rey, antes de los siglos, envió de lo alto a su amado Hijo y realizó la salvación en medio de la tierra (Sal 95,11 -12)…Tiemble la tierra entera en su presencia; digan entre las gentes que el Señor reinó desde el madero” (Sal 95, 9-10)  (OfP 7).

Aunque Francisco llora la Pasión de Cristo, porque ama al Señor crucificado, al mismo tiempo canta con júbilo agradecido y desbordante porque en la Pasión se nos ha dado la redención. Desde lo más profundo de su corazón se eleva un himno de acción de gracias al Padre, santo y justo, porque “quisiste que nosotros fuéramos redimidos por su cruz y sangre y muerte” (IR 23,3).
Editado por: Marina Fiorino Sierra

1Cf. 2C 109. Por esto la vida de Gregorio XI califica acertadamente a Francisco como “Crucifixi ministrum”, ministro o servidor del Crucificado (Testimonia minora saeculi XIII de S. Francisco Assisiensi, Ed.Leonardo Lemmens , Quarachi, 1036, p.13)
Cayetano Esser, ofm  ,Engelberto Grau, ofm. Respuesta al Amor. El  camino franciscano hacia Dios. CEFEPAL 1081.


           


  

martes, 10 de marzo de 2015

La Eucaristía Como Reactualización De La Obra Salvífica

            Muchos cristianos se acercan todavía hoy a la comunión como si se tratara de un encuentro puramente individual del alma con Cristo. En la concepción práctica y en el sentimiento, la Eucaristía aparece fuertemente desvinculada todavía de su relación elemental con la acción salvadora de Dios que se nos comunica en ella y por ella. En teoría, pero no en la práctica de muchos cristianos, la Eucaristía es la verdadera memoria de la muerte salvadora de Cristo. Para Francisco, “recibir el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo”, significa claramente celebrar la memoria de la Pasión… … …


            Ella es el sacrificio expiatorio perenne, que reconcilia a la humanidad pecadora con Dios. En ella, Dios se une nuevamente al hombre, renovando con él su alianza de amor… … …

            Por este misterio, lo que realiza en nosotros y por nosotros el Padre, Dios,  en su amor sin límites, nos aparta del camino de los pecados, por el que nos alejábamos cada vez más de Él. Por el sacramento del cuerpo y la sangre del Señor somos “trasladados de la muerte a la vida” (Cta Cle 3), porque en la reactualización de la Pasión de Cristo,  nos reencaminamos de nuevo hacia Dios. ¡Ojalá todos los cristianos entendieran cada vez mejor la saludable y santificadora  gracia de Dios que encierra este misterio! ¡Con qué reconocimiento se dejarían ganar y sanar por ella en medio de sus debilidades y miserias!

            De esta salvación  de Dios, que se actualiza en la Eucaristía, Francisco habla más extensamente en la primera parte de su  Carta a todos los fieles: “Y poco antes de la Pasión, celebró la Pascua con sus discípulos; y, tomando el pan, dio gracias, pronunció la bendición, y lo partió, diciendo: “Tomen y coman, esto es mi cuerpo’. Y tomando el cáliz dijo: ‘Esta es mi sangre del Nuevo Testamento, que está derramada por todos ustedes y por todos para el perdón de los pecados’… … …

Fray Cayetano Esser, ofm                                                                   Fray Engelberto Grau, ofm[1]

Editado por: Marina Fiorino Sierra


[1] Fragmento de “RESPUESTA AL AMOR”. EL CAMINO FRANCISCANO HACIA DIOS. CEFEPAL 1981. Colección ALVERNIA N° 1 – Chile