Actitudes
para encontrar un nuevo gusto por la vida
Anselm
Grün y Meinard Dufner
Cualquier espiritualidad que
pretenda inspirarse en el espíritu de Jesús tiene que contemplar la curación
espiritual y material de la persona. Con esto no se alude sin embargo a ningún
concepto o receta médica para la salud exterior. La autenticidad de nuestra
espiritualidad no se manifiesta ni demuestra en la calidad de la salud
corporal. No podemos someternos al efecto de los resultados espirituales como
si toda enfermedad fuera un argumento de carencia de vida interior. Sabemos que
la vida espiritual vigorosa puede beneficiar a la salud corporal y anímica y
conservarnos en buena forma. Pero Dios puede también permitir una enfermedad para
obligarnos a tomar conciencia de nuestras limitaciones y como oportunidad de
buscarle más intensamente a Él y no sólo a nuestra salud.
Anselm Grün,OSB nacido en el 14 de enero de 1945 en Baja Franconia, es un monje y sacerdote alemán, doctor en teología, famoso por unir la espiritualidad tradicional cristiana con la psicología moderna. |
La enfermedad es una
cualidad de la naturaleza humana creada. Sería fatal pensar que una vida
espiritual sana podría – debería –
librarnos de todo riesgo de enfermedad. Eso sería manifiesta soberbia. La
humildad nos lleva a reconocer nuestra condición de seres creados con
limitaciones humanas y que esas limitaciones pertenecen a nuestra naturaleza,
nos hacen conscientes de que podemos caer una y otra vez enfermos para
encontrarnos en la enfermedad con las propias sombras, con lo negativo, con
nuestra realidad. Pero, comprenderemos
también que toda enfermedad puede convertirse en el lugar de encuentro con Dios
luminoso y profundo.
Si
durante el tiempo de la enfermedad sabemos escuchar la voz de Dios y nos
entregamos a Él, hemos encontrado la salvación en la enfermedad y ésta se
convierte en fuente de bendiciones divinas para el enfermo y para los que le
rodean. Es posible estar enfermo y sentir paz interior, alegría serena y
afectos de agradecimiento a Dios que desea tocarnos con su mano amorosa en el
lugar de la herida.
La
salud personal es tarea espiritual de cada uno. Para gozar de buena salud no es suficiente someterse a tratamiento con
dosis de medicamentos. Es necesario además vivir conforme a las exigencias del
Espíritu. La vida espiritual interpela al hombre en su totalidad sin excluir
nada, ni separar nada, ni pasar por alto nada. Sólo así puede levantarse y curarse
todo. Pero también la enfermedad es en
sí misma una tarea espiritual, porque es una llamada de Dios a reconocer el
misterio de la vida que no consiste en encontrarse simplemente <en forma>
sino en adquirir también conciencia plena de ser producto de la creación de
Dios y objeto de su amor, de que estamos en camino hacia Él para encontrarle en
la muerte, sin velos de misterio, y caer definitivamente en sus brazos
misericordiosos.
Sanos o enfermos
vivimos constantemente en la presencia del Señor. Nuestro valor
como personas consiste en que Dios nos contempla y dirige su palabra, más aún, que pronuncia
una Palabra para que resuene en el mundo por nosotros y en nosotros, una Palabra
única que desea hacerse oír por otros como melodía cantada en nuestra vida.
Nuestro valor humano reside en la habitación de Dios dentro de nosotros. Ese
Dios que habita ya en nosotros nos espera en la morada que Jesús nos tiene
preparada junto al Padre. Sanos o enfermos caminamos hacia Dios que puede herir
o sanar, provocar con salud o enfermedad a experimentarle en cada situación
existencial como la única salud y salvación.
Editado por: Marina Fiorino Sierra
Fuente bibliográfica: NE
narcea, S.A. de ediciones. AGAPE
Libros. Bs. As 2006
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