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jueves, 30 de octubre de 2014

¡Bienvenida la hermana muerte!... Celebración de los Fieles Difuntos

Veinte años trabajó Francisco en la viña del Señor, comprometido siempre, ferviente en las oraciones, ayunos, vigilias, predicaciones y correrías apostólicas, en el cuidado y compasión del prójimo.
Había amado a Cristo con todo el corazón, recordándolo siempre, alabándolo con su boca y glorificándolo con sus obras. Al sólo nombre de Jesús se le derretía el corazón y proclamaba que toda rodilla, en el cielo y en la tierra, debían postrarse al oírlo. Ese era su único tema de conversación. Llevaba siempre a Jesús en el corazón, en los labios y en los oídos, en los ojos y en las manos. Muchas veces, al oírlo mencionar se olvidaba de comer y, si iba de camino, invitaba a todas las criaturas a alabarlo.
http://agolpesdecincel.blogspot.com.ar/2010/10/hermana-muerte.html
Un día el médico Buongiovanni, amigo suyo, forzado por el Santo a decir la verdad, le confesó sin rodeos que su mal era incurable y que moriría a finales de septiembre o, a lo sumo, en los primeros de octubre. 





Oído lo cual, exclamó: ¡Bienvenida mi hermana muerte!. También un fraile, tal vez fray Elías, le comunicó su próxima partida y, para preparar su ánimo, le dijo que su muerte, aunque dolorosa para los hermanos y para muchísimas personas, para él supondría un gozo infinito, el descanso de sus fatigas y la mayor de las riquezas. Y lo invitó a dar a todos ejemplo de serenidad y gozo. La respuesta de Francisco fue llamar a fray Ángel y fray León y ponerse a cantar el Cántico del hermano Sol, al que le añadió una nueva estrofa, que decía: Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal, de la que ningún hombre vivo puede escapar. ¡Ay de los que morirán en pecado mortal! ¡Dichosos los que encontrará en tu santísima voluntad, pues la muerte segunda no le hará mal.

Francisco yacía moribundo. A los presentes les pareció la señal de que había llegado el momento. Le faltaban dos o tres meses para cumplir 45 años. Había servido al Señor durante más de 20 y los dos últimos los vivió crucificado y gravemente enfermo. Uno de los muchos hermanos presentes vio su alma elevarse como una estrella, grande cuanto la luna y brillante como el sol, sobre una nubecilla blanca. Muy lejos de allí, en el sur de Italia, fray Agustín de Asís moría a la misma hora, exclamando:¡Espérame, padre, espérame, que me voy contigo!. Otro fraile lo vio vestido de diácono y seguido de un cortejo de personas que le preguntaban: ¿No es ese Francisco?", ¿No es Cristo?, y el fraile a todos respondía que sí, pues a todos les parecía la misma persona. También el obispo Guido, ausente de Asís por una peregrinación, lo vio en sueños que le decía: Mira, padre, dejo el mundo y me voy a Cristo.
La elección de la sepultura  de San Jorge no podía ser más acertada: aquella iglesia había sido la parroquia y la escuela de Francisco, y allí predicó por primera vez, después de la aprobación de la Regla.


Su cuerpo fue depositado en un rústico sarcófago de piedra, protegido por una sólida jaula de hierro y una caja de madera. Allí permaneció durante cuatro años, mientras se construía una nueva iglesia para la sepultura definitiva. Dos frailes se instalaron en el anejo hospicio para pobres de los canónigos, para custodiar permanentemente el sepulcro. Fueron incontables los milagros que el Señor realizó durante esos cuatro años en San Jorge, por intercesión del Santo.[1]


Editado por Lic. Susana Moreno
Catequista

18º JORNADA DE ORACIÓN POR LA SANTIFICACIÓN DEL PUEBLO ARGENTINO

Y LA GLORIFICACIÓN DE SUS SIERVOS DE DIOS EN LA SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

    El próximo sábado 1 de noviembre, Solemnidad de todos los Santos, tendrá lugar la 18º Jornada de Oración por la Santificación del Pueblo Argentino y la Glorificación de sus Siervos de Dios bajo el lema “Caminos de Santidad en tiempos del Bicentenario”. La Delegación Episcopal para las Causas de los Santos nos ofrece la Oración que animará esta Jornada de oración.
    “Oh Dios, fuente de toda santidad,
    que nos acogiste antes de la creación
    del mundo para ser santos, concede una
    mayor abundancia de gracia a todo el
    pueblo argentino, para que podamos
    realizar confiadamente este mandato
    tuyo, cumpliendo tu divina voluntad.
    Asimismo, dígnate glorificar a los
    Siervos tuyos que, por el ejemplo de su
    vida y su valiosa intercesión, más nos
    pueden estimular y ayudar para que
    perseveremos con ánimo constantemente
    renovado en el camino de la santidad.
    Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
    Con licencia eclesiástica
    Para más información puede visitar www.causasdelossantosenargentina.org
    SANTOS, BEATOS, VENERABLES Y SIERVOS DE DIOS
    Un santo
    El calendario litúrgico de la Argentina incluye un santo: san Héctor Valdivielso Sáez, mártir, joven religioso lasallano nacido en la Argentina y asesinado en España con otros compañeros de congregación. Su memoria litúrgica es el 9 de octubre.
    Ocho beatos
    1- Beata Laura Vicuña, laica (Viedma), beatificada en Roma por el papa Juan Pablo II el 3 de septiembre de 1988. Se celebra el 22 de enero.
    2- Beata Nazaria Ignacia March Mesa, religiosa, (Buenos Aires), beatificada en Roma el 27 de septiembre de 1992 por Juan Pablo II. Su memoria litúrgica es el 6 de julio.
    3- Beato Artémides Zatti, coadjutor salesiano, (Viedma), beatificado el 14 de abril de 2002 en Roma, por Juan Pablo II. Se conmemora el 13 de noviembre.
    4- Beata María Tránsito de Jesús Sacramentado (Madre Cabanillas), religiosa (Córdoba), beatificada en Roma el 14 de abril de 2002 por Juan Pablo II. Se conmemora el 25 de agosto.
    5- Beata María Ludovica De Angelis, religiosa, (La Plata), beatificada en Roma el 3 de octubre de 2004. Su fiesta el 25 de febrero.
    6- Beato Ceferino Namuncurá, laico, (Viedma), beatificado en Chimpay (Río Negro) lugar de su nacimiento, el 11 de noviembre de 2007 por el delegado de Benedicto XVI, cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado del Vaticano. Su fiesta el 26 de agosto.
    7- Beata María Crescencia Pérez, religiosa (San Nicolás de los Arroyos). Beatificada el 17 de noviembre de 2012 en la ciudad de Pergamino, provincia de Buenos Aires por el prefecto de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos, cardenal Angelo Amato. Su memoria es el 20 de mayo.
    8- Beato José Gabriel del Rosario Brochero, presbítero (Cruz del Eje), beatificado el 14 de septiembre de 2013 en Cruz del Eje, Córdoba.
    Siete Venerables
    1- María Benita Arias, religiosa (Buenos Aires), declarada venerable el 27 de enero por el papa Francisco.
    2- María Antonia de Paz y Figueroa, o Beata María Antonia de San José, más conocida como Mama Antula, religiosa argentina (Buenos Aires). El 2 de julio de 2010 Benedicto XVI la proclamó Venerable.
    3- Madre Catalina María, religiosa (Córdoba), fundadora de las Esclavas del Corazón de Jesús. El 18 de diciembre de 1997 Juan Pablo II la declaró Venerable.
    4- José León Torres, religioso mercedario (Córdoba), fundador de las Hermanas Mercedarias del Niño Jesús. El 26 de octubre de 1993 Juan Pablo II lo proclamó Venerable.
    5- Mamerto Esquiú, franciscano. Obispo (Córdoba). El 16 de diciembre de 2006, el papa Benedicto XVI lo declaró Venerable.
    6- Camila Rolón, religiosa (La Plata). El 2 de abril de 1993 el papa Juan Pablo II la declaró Venerable.
    7- Eleonora López de Maturana, religiosa (Mercedes-Luján). Fue declarada Venerable el 23 de diciembre de 1993 por el papa Juan Pablo II.
    36 Siervos de Dios
    1- Cecilia Perrín de Buide, laica (Bahía Blanca)
    2- Emanuel Pascual Perrín, laico (Bahía Blanca)
    3- Luis María Etcheverry Boneo, presbítero (Buenos Aires)
    4- Antonio Solari, laico (Buenos Aires)
    5- Alfonso Lambe, laico (Buenos Aires)
    6- Enrique Shaw, laico (Buenos Aires)
    7- María Agustina de Jesús, religiosa (Buenos Aires)
    8- María Eufrasia Iaconis, religiosa (Buenos Aires)
    9- María Mercedes del Niño Jesús Guerra, religiosa (Buenos Aires)
    10- Mercedes del Carmen Pacheco, religiosa (Buenos Aires)
    11- Martha María Pereyra Iraola, religiosa (Buenos Aires)
    12- Isabel Fernández, religiosa (Buenos Aires)
    13- Pascual Pirozzi, sacerdote Misionero de los Sagrados Corazones (Buenos Aires)
    14- Leonor de Santa María Ocampo, religiosa (Córdoba)
    15- Pura Rosa del Carmen Olmos, religiosa (Córdoba)
    16- Victorina Rivara de Perazzo, laica (Goya)
    17- María Antonia Cerini, religiosa (Mercedes-Luján)
    18- Tarcisio Rubín, sacerdote religioso (Jujuy)
    19- Pedro Ortiz de Zárate, Pbro., y Juan Antonio Solinas, sacerdote jesuita, Mártires de Zenta (Orán)
    20- María Lourdes del Santísimo Sacramento, religiosa (Rosario)
    21- José Gregorio Bunader, laico (Eparquía Maronita)
    22- José Américo Orzali, obispo (San Juan de Cuyo)
    23- Mauricio Giménez, sacerdote jesuita (San Miguel)
    24- José Marcos Figueroa, religioso jesuita (Santa Fe de la Vera Cruz)
    25- Sofronia Serafina Erdely, religiosa (Eparquía Ucrania)
    26- Isidoro Zorzano Ledesma, laico Opus Dei (Madrid)
    27- José Canovai, presbítero (Roma)
    28- Eduardo Francisco Pironio, cardenal (Roma)
    29- Jorge Gottau, obispo de Añatuya (Buenos Aires).
    30- Victorino Fiz Galende
    31- Fray Antonio de Jesús Lobo
    32- Padre Gabriel Longeville
    33- Padre Carlos de Dios Murias
    34- Wenseslao Pedernera
    35- Padre Antonio Sagrera Gayá

    miércoles, 22 de octubre de 2014

    SIGNIFICANCIA. El encuentro con Dios

    Significancia es aquello que hace que descubramos, poco a poco, qué significamos nosotros para Dios.  Y evidentemente, lo que Dios significa para nosotros. Así nos percatamos de que no estamos solos en el mundo. La palabra es “significancia” y no “significado”. En la significancia tenemos oportunidad de mantener una tensión equilibrada entre Dios y nuestro “ego”, por la que descubrimos nuestro verdadero destino y significancia en el plan de Dios.

    Para ser plenos, tenemos que corresponder a la imagen particular que Dios imprimió en nuestro corazón. Tenemos que ser la expresión verdadera del plan que Dios concibió para cada uno de nosotros. Esta es una tarea para toda la vida, en la que es importante saber siempre dónde estamos y qué próximos pasos tendremos que dar.


    Es importante tener en cuenta que estamos hablando de la relación del “yo” con el arquetipo de Dios, es decir, con Dios como lo descubrimos en nuestra interioridad. Dios es un ser en sí mismo, que no depende de mí ni de nadie para existir. Pero yo lo encuentro en la medida limitada de mi capacidad. Decían los antiguos: “Todo se recibe según la medida del recipiente”, es decir, de quien recibe. 


















    Yo me relaciono con la persona de Dios en la misma medida en que acojo y desarrollo toda mi capacidad de acoger y vivir a Dios, que es el arquetipo”. De ahí la importancia de trabajar nuestra interioridad, haciendo crecer la presencia del Señor en su criatura, dejando  que nuestro “yo” sea cada vez más adorador del Altísimo.

    Yo encuentro a Dios dentro de mí, pero Él no está solamente allí, ni por eso es algo mío: un objeto del que puedo disponer o una fuerza que yo tengo. Al contrario, yo soy una criatura suya. Esto no me disminuye, es toda mi riqueza, porque Él me creó con amor al mismo tiempo infinito (pues se dio por entero) y en particular, pues me ama como si fuera único. Ser criatura es poder generar energía con Dios en la otra punta. La gracia y la naturaleza son los polos de esa energía.

    Somos como instrumentos musicales, si estamos afinados con Dios, todo cuanto ÉL toque resonará en nosotros. Y todo lo que nosotros toquemos tendrá su resonancia en Dios.  Y así se va realizando la gran armonía de la alabanza universal. Una alabanza que nos realiza… …


    En San Francisco encontramos la otra parte de la oración: “¿Quién sois vos,  Señor? El Altísimo, el Santísimo, el Todopoderoso, el Todo Bien”. Pero una vez narró a los hermanos: “He suplicado al Señor que se digne manifestar cuándo soy su siervo y cuándo no. Pues no querría otra cosa que ser su siervo.  Y el Señor, benignísimo se dignó responderme: Conocerás que eres en verdad mi siervo si piensas, hablas y obras santamente” (EP 74. BAC-F 753). Santamente quiere decir completamente de acuerdo con el único santo, que es DIOS.



    A partir de aquí tiene sentido nuestra preocupación por la justicia, porque DIOS es el parámetro de nuestra justicia y no nosotros. El encuentro con la significancia no sirve tan solo para dar un paso adelante. También retrocede, constituyendo esto una de las mayores fuerzas para autenticarnos. Con ÉL nuestra existencia adquiere la dimensión de lo infinito.



    Editado por: Marina Fiorino Sierra

    Fuente bibliográfica: José Carlos Corrêa Pedroso. “LOS OJOS DEL ESPÍRITU”. Itinerario de formación a la contemplación en la escuela de Francisco y Clara de Asís.


        

    sábado, 18 de octubre de 2014

    La Iglesia constituida en torno al Amor de Dios

    La fe es el conocimiento del misterio
    Con el don del Espíritu Santo, el hombre llega por la fe a contemplar y saborear el misterio del plan divino (GS.15)
    La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la entera vocación del hombre. Por ello orienta la mente hacia soluciones plenamente humanas (GS.11)
    Dios ha llamado y llama al hombre a adherirse a ÉL con la total plenitud de su ser en la perpetua comunión de la incorruptible vida divina (GS. 18)
    La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios. Desde su mismo nacimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios  (GS. 19)
    Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual.

    • Este es el gran misterio del hombre que la revelación cristiana esclarece a los fieles. Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte (GS. 22). En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado.


    El sacramento es la participación del misterio
    Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre  en realidad es una sola, es decir divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad  de que, en la forma de Dios conocida, se asocian a este misterio pascual (GS. 22)
    Esta obra de la redención humana y de la perfecta glorificación de Dios, preparada por las maravillas que Dios obró en el pueblo de la antigua alianza, Cristo la realizó principalmente en el misterio pascual de su bienaventurada pasión, resurrección de entre los muertos y gloriosa ascensión. Por este misterio “con su muerte destruyó nuestra muerte y con su resurrección  restauró nuestra vida”…
    Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios; pero en cuanto a los signos, también tienen un fin pedagógico. No sólo suponen la fe, sino que, a la vez la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y cosas, por esto se llaman sacramentos de la fe (SC. 59)


    Imagen de la Iglesia dentro de la comunidad humana
    La Iglesia, “entidad social visible y comunidad espiritual”, avanza juntamente con toda la humanidad, experimenta una suerte de terrena del mundo, y su razón  de ser es actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios.
                             


    Fuentes bibliográficas: Textos Conciliares Comentados. TEOLOGÍA ABIERTA PARA EL LAICO ADULTO.  ESA COMUNIDAD LLAMADA IGLESIA. Juan Luis Segundo S.I. Ed. Carlos Lohlé

    Editado por: Marina Fiorino Sierra

    sábado, 4 de octubre de 2014

    Biografía de San Francisco de Asís: Patrono de la ecología.

    Alabado seas Señor por todas tus criaturas, Y en especial por el querido hermano sol, que alumbra y abre el día, y es bello en su esplendor y lleva por los cielos noticias de su Autor.

    San Francisco llamaba a los animales, al fuego, y al agua, hermanos y hermanas, pues todas las criaturas provienen de la misma fuente y, por tanto, en cierto sentido, todos son miembros de una familia.
    Esta visión de una creación comunitaria fue capturada poéticamente en su llamado Cántico del Hermano Sol escrito entre el verano de 1226. El coro de alabanza al Creador es el primer poema escrito en italiano y fue considerado por Dante como una de las más grandes obras de la literatura italiana.

    Fue proclamado como patrono de la ecología por Juan Pablo II el día 29 de noviembre de 1979: "Entre los santos y los hombres ilustres que han tenido un singular culto por la naturaleza, como magnífico don hecho por Dios a la humanidad, se incluye justamente a San Francisco de Asís. El, en efecto, tuvo en gran aprecio todas las obras del Creador y, con inspiración casi sobrenatural, compuso aquel bellísimo "Cántico de las Criaturas", a través de las cuales, especialmente del hermano sol, la hermana luna y las estrellas, rindió al omnipotente y buen Señor la debida alabanza, gloria, honor y toda bendición". (Dado en Roma, junto a San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 29 de noviembre del año del Señor 1979, II de nuestro pontificado).

    El patrono de la ecología, nació en Asís (Italia), el 4 de octubre en el año 1182. Hijo del comerciante Pedro Bernardote y de Pica, pertenecía a una noble familia de la Provenza. Renunció a los bienes paternos y se entregó de lleno a Dios. Abrazó la pobreza y vivió una vida evangélica, predicando a todos el amor de Dios. Conocido también como el Pobre de Asís por su matrimonio con la Pobreza y su amor a toda la naturaleza.
    Y por la hermana agua, preciosa en su candor que es útil, casta, humilde. alabado seas mi Señor. por el hermano fuego que alumbra al irse el sol, y es fuerte, hermoso, alegre. Alabado seas mi Señor.

    Santo popular entre católicos como entre los protestantes y aun entre los no cristianos. Cautivó la imaginación de sus contemporáneos presentándoles la pobreza, la castidad y la obediencia con la pureza y fuerza de un testimonio radical.
    San Francisco de Asís, ofrece a los cristianos el ejemplo de un respeto autentico y pleno por la integridad de la creación. Amigo de los pobres, amado de las criaturas de Dios, invito a todos -animales, plantas, fuerzas naturales, incluso al hermano Sol y a la hermana Luna- a honrar y alabar al Señor.

    Y por la hermana luna de blanca luz menor y las estrellas claras que tu poder creó, tan limpias y tan hermosas, tan vivas como son, y brillan en el cielo. Alabado seas mi Señor.
    El pobre de Asís nos da testimonio de que estando en paz con Dios podemos dedicar nos mejor a construir la paz con toda la creación, la cual es inseparable de la paz entre los pueblos.
    Cuando Francisco tenía unos veinte años, estalló la discordia entre las ciudades de Perugia y Asís y en la guerra, el joven cayó prisionero de los peruginos. La prisión duró un año. Cuando recobró la libertad, cayó gravemente enfermo. Después decidió ir a combatir en el ejército de Galterío y Briena en el sur de Italia. Con ese fin, se compró una costosa armadura y un hermoso manto. Pero un día en que paseaba ataviado con su nuevo atuendo, se topó con un caballero mal vestido que había caído en la pobreza; movido a compasión ante aquel infortunio, Francisco cambió sus ricos vestidos por los del caballero pobre.
    Se cuenta que estas actitudes indignaban a su padre, quien desconcertado por la conducta de su hijo, una vez, le golpeó cuando Francisco tenía veinticinco años. Además de ponerle grillos en los pies, le encerró en una habitación, intentando cambiar a su hijo.
    Pero contrariamente solo logró reforzar la actitud de desprendimiento en Francisco quien rechazó a sugerencia e incluso a sus vestidos: "Los vestidos que llevo puestos pertenecen también a mi padre, de suerte que tengo que devolvérselos." Acto seguido se desnudó y entregó sus vestidos a su padre, diciéndole alegremente: "Hasta ahora tú has sido mi padre en la tierra. Pero en adelante podré decir: Padre nuestro, que estás en los cielos."'


    Y por la hermana tierra que es toda bendición hermana madre tierra que da en toda ocasión las hierbas y los frutos y flores de color. Y por el aire, las nubes y la calma. Alabado Seas mi Señor.
    Su humildad no consistía simplemente en un desprecio sentimental de sí mismo, sino en la convicción de que "ante los ojos de Dios el hombre vale por lo que es y no más". El hombre debe servirse del universo para mejorarlo, custodiarlo, transformarlo para la gloria del Creador. San Francisco no despreciaba a ninguna criatura y con menos razón despreciaba al hombre, hecho a «imagen y semejanza de Dios».
    En aquella época, las palabras del evangelio: "Id a predicar, diciendo: El Reino de Dios ha llegado.. . Dad gratuitamente lo que habéis recibido gratuitamente . . . No poseáis oro ... ni dos túnicas, ni sandalias, ni báculo ... He aquí que os envío como corderos en medio de los lobos. . ." (Mat.10 , 7-19), penetraron hasta lo más profundo en el corazón de Francisco y éste, aplicándolas literalmente, regaló sus sandalias, su báculo y su cinturón y se quedó solamente con la pobre túnica ceñida con un cordón. Tal fue el hábito que dio a sus hermanos un año más tarde: la túnica de lana burda de los pastores y campesinos de la región. Vestido en esa forma, empezó a exhortar a la penitencia con tal energía, que sus palabras hendían los corazones de sus oyentes.
    Considerándose indigno del sacerdocio, Francisco sólo llegó a recibir el diaconado. En 1210, cuando el grupo contaba ya con doce miembros, Francisco redactó una regla breve e informal que consistía principalmente en los consejos evangélicos para alcanzar la perfección. Con ella se fueron a Roma a presentarla para aprobación del Sumo Pontífice. Viajaron a pie, cantando y rezando, llenos de felicidad, y viviendo de las limosnas que la gente les daba.

    En Roma no querían aprobar esta comunidad porque les parecía demasiado rígida en cuanto a pobreza, pero al fin un cardenal dijo: "No les podemos prohibir que vivan como lo mandó Cristo en el evangelio". Recibieron la aprobación, y se volvieron a Asís a vivir en pobreza, en oración, en santa alegría y gran fraternidad, junto a la iglesia de la Porciúncula.


    Cántico del Hermano Sol Altísimo, omnipotente y buen Señor: tuyas son la alabanza, la gloria y el honor. Tan solo Tú eres digno de toda bendición. Y nunca es digno el hombre de hacer de Ti mención.
    Francisco sentía un profundo respeto y admiración por todo lo que hallaba en la naturaleza: desde un simple escarabajo hasta el astro rey. Especial cuidado y respeto le merecían las cosas más pequeñitas. Jamás mataba a un insecto, ni utilizaba de la naturaleza sin necesidad. Al hacer esto, Francisco no glorificaba a las cosas per se, sino a su Creador.

    Alrededor de la Porciúncula, los frailes construyeron varias cabañas primitivas, porque San Francisco no permitía que la orden en general y los conventos en particular, poseyesen bienes temporales. Había hecho de la pobreza el fundamento de su orden y su amor a la pobreza se manifestaba en su manera de vestirse, en los utensilios que empleaba y en cada uno de sus actos.
    Los dos últimos años de la vida de Francisco fueron de grandes sufrimientos. Fuertes dolores debido al deterioro de muchos de sus órganos (estómago, hígado y el bazo), consecuencias de la malaria contraida en Egipto.
    Murió el 3 de octubre de 1226, después de escuchar la lectura de la Pasión del Señor según San Juan. Francisco había pedido que le sepultasen en el cementerio de los criminales de Colle d'lnferno. En vez de hacerlo así, sus hermanos llevaron al día siguiente el cadáver en solemne procesión a la iglesia de San Jorge, en Asís. Ahí estuvo depositado hasta dos años después de la canonización. En 1230, fue secretamente trasladado a la gran basílica construida por el hermano Elías.



    El cadáver desapareció de la vista de los hombres durante seis siglos, hasta que en 1818, tras cincuenta y dos días de búsqueda, fue descubierto bajo el altar mayor, a varios metros de profundidad. El santo no tenía más que cuarenta y cuatro o cuarenta y cinco años al morir.
    El legado ecologista de San Francisco consiste en enseñarnos que debemos repensar nuestro lugar en el orden creado, de modo que el bienestar humano está integrado en el bienestar de todas las cosas (medio ambiente). Para él, era vital entender la relación entre la humanidad y toda la creación. La visión franciscana ayuda a ver la vida como un gran regalo. Si podemos ser humildes como él, y entender que el mundo no está en nuestro control, tomaremos nuestro lugar como una parte, y solo una parte, de la gran comunidad de la creación.

    Que San Francisco de Asís nos inspire y nos ayude a conservar siempre vivo el sentimiento de la 'fraternidad' con todas las cosas- creadas buenas y bellas por Dios Todopoderoso- y nos recuerde el grave deber de respetarlas y custodiarlas. (SS Juan Pablo II; 8 Dic. 1989) [1]

    Editado por Marina Fiorino Sierra

    viernes, 3 de octubre de 2014

    Transito de San Francisco de Asis.mpg

    Tránsito del bienaventurado Padre Francisco


    Cayó la noche sobre el mundo,
    la creación fue envuelta en la sombra;
    el Seráfico Padre Francisco
    su vida concluye sereno.
    ¡Cuánta fuerza revela en su rostro!
    ¡Cuánta fe desde el alma segura!
    ¡Cuán grande el incendio que quema
    con ardientes llamas sus dulces entrañas!
    Lo rodean sus hijos devotos,
    y le imploran con voz sollozante:


    “¿Por qué debes; Pastor bienamado.
    tu rebaño dejar para siempre?”
    Elevando la vista a lo alto,
    mansamente extiende su diestra:
    “Os colme cual providente rocío
    abundante la gracia divina”.
    “De todos aleje el pecado,
    en los corazones alimente el amor,
    en las almas reavive la luz
    que esplendente conduce a la meta”.


    La voz se apaga en sus labios,
    el cielo arrebata su espíritu,
    su rostro revela, radiante,
    la perfecta alegría celeste.
    Gloria al Padre y al Hijo cantemos,
    y al Espíritu Consolador;
    Trinidad sempiterna y beata
    que enaltece a los pobres en el cielo. Amén



    Principales Devociones Franciscanas
    Libro Franciscano de Oración



    Editado por: Marina Fiorino Sierra