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jueves, 13 de noviembre de 2014

Hacia un nuevo Pentecostés


Las novedades de la exhortación Evangelii gaudium,
Claves del pensamiento pastoral de Francisco

Segunda Entrega:

A principios de 2012, cuando Carlos María Galli [1] dio varias conferencias en Roma, percibió este nuevo proceso en gestación y comenzó a emplear la expresión el Viento del Sur. Con esa imagen escribió un ensayo preparando la XIII asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Se tituló: En la Iglesia está soplando el Viento del Sur. América Latina: un nuevo Pentecostés para una nueva evangelización.[2] 
  •                 Hoy Francisco toma varias líneas programáticas de Aparecida y las relanza en su estrategia misionera universal. 

  •          Durante el proceso del Sínodo celebrado en 2012, cuando algunos querían centrar el diálogo en la  crisis de fe que afecta a Europa y desde allí presentar la nueva evangelización europea como el paradigma para las iglesias de otras latitudes, los latinoamericanos trabajamos unidos, primero en        Bogotá y luego en Roma, para pensar la nueva evangelización en todos los continentes, en especial    desde el sur. Para Galli, la situación europea no es el desafío mayor que tenemos y es hora de   reducir las asimetrías entre el norte y el sur en nuestra Iglesia.  La revolucionaria renuncia de  Benedicto XVI y la revolucionaria elección de Francisco indican que sopló el Viento del Sur y  llegó   el Papa del fin del mundo.  
  •         En la Navidad de 1958 Juan XXIII visitó la cárcel romana; en el Jueves Santo de 2013 Francisco lavó los pies a menores encarcelados. El 11 de octubre de 1962, al inaugurar el Concilio Vaticano II, Juan XXIII invitó a emplear la medicina de la misericordia; el 17 de marzo de 2013, en su primer Ángelus, Francisco expresó que Dios que no se cansa de perdonar. En el Radiomensaje del 11 de setiembre de 1962 Juan XXIII afirmó que la Iglesia debía ser, en los pueblos subdesarrollados, “la Iglesia de los pobres”; ante los periodistas, el 20 de marzo de 2013, Francisco compartió el deseo de “una Iglesia pobre y para los pobres”.

Los signos de los tiempos expresan los clamores de los hombres, las interpelaciones de Dios y los desafíos a la Iglesia. Bernard Lonergan, uno de los mayores teólogos del siglo XX, enseñó que la conciencia histórica percibe en los hechos presentes no sólo los frutos del pa-sado ya gestado sino, y sobre todo, los signos de un futuro que “se está gestando”. 
La profecía de la esperanza intenta discernir lo que se está gestando en la historia de Dios con los hombres y, de un modo más limitado, en la marcha del catolicismo.

El eje político-cultural del intercambio mundial se movió por siglos en torno al Mediterráneo y, luego, alrededor del Océano Atlántico. Sin dejar esos escenarios, el siglo XXI gira hacia el Pacífico, donde están América y Asia. Aparecida nos invitó a ir “hacia la otra orilla”.
Hoy el 68% de los católicos vivimos en el sur, en África, América Latina, Asia y Oceanía. Hay una notable transformación de la composición de la Iglesia católica en los últimos 100 años. En 2011 la distribución era así: África 16, América 48,8, Asia 10,9 Europa 23,5 y Oceanía 0,8. Muchísimos miembros sureños del Cuerpo de Cristo son pobres para este mundo pero ricos para Dios en la fe, como dice la Carta de Santiago (Sgo 2,5).

En el plano lingüístico el castellano es la lengua más hablada en el catolicismo, la segunda en Occidente y la cuarta en el mundo: inglés, chino mandarín, bengalí, español. El 90% de los hispanohablantes vivimos en América.  Esto, permite comprender mejor porque hay un sucesor de Pedro que procede de una Iglesia del sur del mundo y cuya lengua materna es el español.
En su unidad plural América Latina es una región sociocultural bastante homogénea. Su peculiar identidad une el oeste y el sur. Pertenece al llamado mundo emergente, aunque está en el sur pobre. Es el subcontinente más desigual e inequitativo, lo que interpela la conciencia cristiana. En él se imbrican la pobreza y el cristianismo: muchos viven la pobreza desde su fe y todos debemos vivir la fe para superar la pobreza injusta. El cristianismo católico popular y la opción amorosa por los pobres marcan la fisonomía de nuestra Iglesia.








[1] El Pbro. Dr. Carlos María Galli, argentino, es Director del Doctorado en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina. En 2007 fue perito teológico en la Conferencia de Aparecida.
[2] Cf. C. M. Galli, “En la Iglesia está soplando el Viento del Sur. América Latina: un nuevo Pentecostés para una nueva evangelización. Diálogo con el Instrumentum laboris para el Sínodo de 2012”, en: CELAM, Hacia una Nueva Evangelización. Aportes desde América Latina y El Caribe, Bogotá, CELAM, 2012, 161-260.

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