Tercera Entrega:
La Iglesia de América Latina
Desde 1492 la Iglesia católica es
la única institución presente en todo el espacio y el tiempo de América Latina.
Por su pasado y su presente tiene una gran responsabilidad en cooperar a la
integración para forjar una comunidad de naciones en la justicia y la
solidaridad.
Desde 1955 nuestra Iglesia forma
su figura regional, que agrupa veintidós episcopados. Aparecida delinea “el
rostro latinoamericano y caribeño” de nuestra Iglesia (A 100). El regionalismo es un rasgo original de la Iglesia de América
Latina.
Aparecida es un jalón en el camino pastoral recorrido por las conferencias latinoamericanas
realizadas en los últimos sesenta años.
Nuestra figura regional se
expresó en Aparecida, donde la piedad popular mariana era la música de fondo de
nuestra reflexión, diálogo y discernimiento. Jorge Mario Bergoglio presidió la Comisión de Redacción. . A pesar de que muchos lo ignoran, América Latina es la cuna de la nueva evangelización. La convocatoria de Juan Pablo
II nació en América Latina y no sólo para América Latina.
Desde el Vaticano II nuestra Iglesia ha indagado no sólo el “qué” y el
“para qué” sino los “cómo” de la evangelización.La espiritualidad
popular expresa el corazón cristiano, mariano y místico del Pueblo de Dios en
América Latina. En las peregrinaciones y las jornadas emerge
el rostro de una Iglesia en movimiento.
La juventud peregrina asocia pertenencia y movilidad en una nueva figura del
catolicismo.
La teología latinoamericana ha contribuido a
diseñar la nueva figura regional de nuestra Iglesia: latina, americana, sureña,
mestiza, mariana, popular, comunitaria, pobre, misionera, servidora, festiva. Ha pensado los temas de la
piedad católica popular, la opción por los pobres, la evangelización
liberadora, la conversión pastoral, las comunidades cristianas, la salida a los
alejados, la pastoral urbana, la descentralización parroquial, la participación
de los laicos, la dimensión bíblica de la pastoral, la inculturación
intercultural de la fe.
El Papa argentino
Francisco expresa su pertenencia eclesial,
teológica, espiritual, afectiva, cultural y política a América Latina. En sus
escritos Bergoglio hizo una hermenéutica de nuestra cultura, como quienes “se
animaron a pensar América desde América y como latinoamericanos”.[1]
Francisco fue elegido porque las periferias
del orbe se hicieron presentes en el corazón de la urbe.[2] Si
Roma es el centro de la fe y la caridad en la comunión católica, cada iglesia
es un centro teologal y pastoral. En Copacabana, el Papa dijo: Esta semana, Río de Janeiro se convierte en
el centro de la Iglesia. Él replantea los vínculos entre las iglesias
centrales, que se miraban como las fuentes generadoras, y las periféricas,
reducidas a ser meros reflejos. La Iglesia latinoamericana, siendo periferia,
se torna un centro en una Iglesia policéntrica.
Esta posición reubica al obispo de Roma como
garante de la unidad y de la diversidad (LG 13c) en el catolicismo y en el
diálogo ecuménico. El nuevo escenario marca el principio del fin del
eurocentrismo eclesial, aunque algunos aún menosprecien el catolicismo latinoamericano.
El primer papa jesuita eligió el nombre del Poverello. Contó que el cardenal
brasileño Claudio Hummes, franciscano, le dijo: no te olvides de los pobres, como le habían dicho a san Pablo (Ga
2,10). Entonces pensó en el nombre Francisco.
Ningún Papa en la historia se llamó así. Luego declaró los motivos del nombre
en la entrevista al diario La Repubblica
y en su peregrinación a Asís.
Jesús es el primero y el más grande
evangelizador, que evangeliza por la unidad que hay entre su Persona, su palabra,
su acción, su pasión y su pascua.
También Francisco evangeliza por lo que es,
dice y hace. En sus gestos encarna la Iglesia samaritana pensada por la
teología latinoamericana, vivida en los hechos de nuestra pastoral y
enseñada por Aparecida (A 26, 176, 491).
Francisco habla con sus gestos. Como escribió
Michel de Certeau: un hombre en oración
es un árbol lleno de gestos.[3] Una
de cada siete personas del mundo se desplazó de su lugar de origen. En
Lampedusa el Papa denunció la indiferencia ante los migrantes que mueren en el
Mediterráneo, cuando los viajes de esperanza devienen travesías de muerte. Él
hace gestos evangelizadores y liberadores como hacía Jesús. Estas
obras son signos del amor del Reino de Dios: no solucionan todos los dramas
pero señalan la dirección de los cambios guiados por el amor.
[1] J. M.
Bergoglio, “Prólogo”, en: A.
Podetti, Comentario a la
Introducción a la ‘Fenomenología del Espíritu’, Buenos Aires, Biblos, 2007,
13.
[2] Cf. M.
Faggioli, Papa Francesco e la
Chiesa-Mondo, Roma, Armando, 2014, 19-26.
[3] Cf. F.
Michael Davide, Papa Francesco: la
rivoluzione dei gesti, Molfeta, La Meridiana, 2013, 21-22.
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