Pizzaballa en el
ENCUENTRO de Rímini
"Nuestra esperanza viene del hecho de que
el mal ha sido vencido por Dios. Satanás nunca podrá vencer"
El Custodio de
Tierra Santa, huésped del Meeting de Rímini, la gran cita que organiza el
movimiento Comunión y Liberación cada agosto en Italia, explica qué quiere
decir para un cristiano de Oriente Medio que "el Destino no ha dejado solo
al hombre".
“El uso de la fuerza no resuelve nada, sobre todo sin una perspectiva de
reconstrucción a todos los niveles: social, civil, económico”. Son las palabras
llenas de certidumbre del padre Pierbattista Pizzaballa ofm, Custodio de Tierra
Santa desde 2004, uno de los protagonistas en el Meeting de Rímini (Italia)
celebrado la semana pasada.
“¿Oriente Medio, lugar de convivencia? Sí, ciertamente más que en cualquier otro lugar del mundo. Me explico con una realidad que todos conocemos”, afirma el Custodio: “Si en Italia, o en un país europeo, en Occidente, se produce un momento de encuentro/dialogo con personas de otras creencias y tradiciones religiosas, generalmente es dentro de un marco que lima las asperezas, enfatizando las virtudes: queremos ver lo mejor de ellos y ellos quieren hacer ver lo mejor de sí. En Oriente Medio, cuando se encuentra un judío, un musulmán, un copto, un armenio, cada uno sigue siendo él mismo”.
Después añadió que “la fe no es sólo una experiencia religiosa personal, sino que es también definición de una identidad personal y social. La religión es determinante, tanto en sentido estructural como en sentido histórico, cultural y humano. En Oriente Medio la religión entra en todos los aspectos de la vida cotidiana, pública y privada, y la permea en profundidad”.
El mal no tiene la última palabra
Pizzaballa quiso ir más allá del análisis de la complicada situación en Oriente Medio. “La mirada que debemos tener sobre cuanto sucede siempre necesita ser redimida, no puede no contar con la Providencia. La barca de Pedro siempre ha sido zarandeada por las olas, y siempre hay alguien – incluso dentro de la barca – que cree saber mejor lo que hay que hacer. Pero el cristiano sabe muy bien que el mal no es la última palabra del mundo, y que aunque Satanás dé batalla, no puede vencer”.
El Custodio comprende las dificultades de quien elige emigrar de Oriente Medio: “Si por un lado, humanamente, comprendo, por el otro intento dar a entender las importantes razones para quedarse. Pero siempre con mucho respeto y comprensión, porque hay que ser concretos, no sólo remitirse a un ideal”.
Solidaridad real
Al mismo tiempo quiere subrayar el bien que existe y que se ve. “La ciudad de Aleppo, en Siria, está desde hace meses sin agua, y la única salvación está en los pozos privados. No todos pueden tenerlo, obviamente. Y además, al faltar la electricidad (no hay más de dos horas al día), es también imposible obtener el agua, si no se tiene un generador.
A su vez, el gasóleo para el generador es casi imposible de conseguir, y en todo caso carísimo... Es, en resumen, imposible para una familia normal lograrlo, es decir, es imposible para la casi totalidad de la población que ha quedado. Son las principales instituciones las que tienen posibilidad del pozo: mezquitas, hospitales, iglesias, etc. He visto personalmente a cristianos y musulmanes en fila en la Iglesia para obtener agua, y a cristianos llevar agua a vecinos musulmanes y viceversa”.
“En nuestro convento del Terra Sancta College de Aleppo no hay generador, pero un vecino musulmán tiene uno. Los demás vecinos, todos musulmanes, hacen la colecta para el gasóleo, el vecino mantiene el generador y los frailes sacan agua para el barrio”.
Es posible quererse
De sus palabras surge cuál es la verdadera necesidad de las poblaciones afectadas por los conflictos y las persecuciones: “Necesitamos de todo en Oriente Medio”, responde Pizzaballa “pero sobre todo de creer aún que es posible quererse. Los testimonios nos dicen que, a pesar de todo, esta fuerza vive aún”.
Concluye con una petición a quien, como nosotros, vive en una paz duradera:
“Debéis ayudarnos a pasar página y a no ser esclavos de nuestros balances”.[1]
“¿Oriente Medio, lugar de convivencia? Sí, ciertamente más que en cualquier otro lugar del mundo. Me explico con una realidad que todos conocemos”, afirma el Custodio: “Si en Italia, o en un país europeo, en Occidente, se produce un momento de encuentro/dialogo con personas de otras creencias y tradiciones religiosas, generalmente es dentro de un marco que lima las asperezas, enfatizando las virtudes: queremos ver lo mejor de ellos y ellos quieren hacer ver lo mejor de sí. En Oriente Medio, cuando se encuentra un judío, un musulmán, un copto, un armenio, cada uno sigue siendo él mismo”.
Después añadió que “la fe no es sólo una experiencia religiosa personal, sino que es también definición de una identidad personal y social. La religión es determinante, tanto en sentido estructural como en sentido histórico, cultural y humano. En Oriente Medio la religión entra en todos los aspectos de la vida cotidiana, pública y privada, y la permea en profundidad”.
El mal no tiene la última palabra
Pizzaballa quiso ir más allá del análisis de la complicada situación en Oriente Medio. “La mirada que debemos tener sobre cuanto sucede siempre necesita ser redimida, no puede no contar con la Providencia. La barca de Pedro siempre ha sido zarandeada por las olas, y siempre hay alguien – incluso dentro de la barca – que cree saber mejor lo que hay que hacer. Pero el cristiano sabe muy bien que el mal no es la última palabra del mundo, y que aunque Satanás dé batalla, no puede vencer”.
El Custodio comprende las dificultades de quien elige emigrar de Oriente Medio: “Si por un lado, humanamente, comprendo, por el otro intento dar a entender las importantes razones para quedarse. Pero siempre con mucho respeto y comprensión, porque hay que ser concretos, no sólo remitirse a un ideal”.
Solidaridad real
Al mismo tiempo quiere subrayar el bien que existe y que se ve. “La ciudad de Aleppo, en Siria, está desde hace meses sin agua, y la única salvación está en los pozos privados. No todos pueden tenerlo, obviamente. Y además, al faltar la electricidad (no hay más de dos horas al día), es también imposible obtener el agua, si no se tiene un generador.
A su vez, el gasóleo para el generador es casi imposible de conseguir, y en todo caso carísimo... Es, en resumen, imposible para una familia normal lograrlo, es decir, es imposible para la casi totalidad de la población que ha quedado. Son las principales instituciones las que tienen posibilidad del pozo: mezquitas, hospitales, iglesias, etc. He visto personalmente a cristianos y musulmanes en fila en la Iglesia para obtener agua, y a cristianos llevar agua a vecinos musulmanes y viceversa”.
“En nuestro convento del Terra Sancta College de Aleppo no hay generador, pero un vecino musulmán tiene uno. Los demás vecinos, todos musulmanes, hacen la colecta para el gasóleo, el vecino mantiene el generador y los frailes sacan agua para el barrio”.
Es posible quererse
De sus palabras surge cuál es la verdadera necesidad de las poblaciones afectadas por los conflictos y las persecuciones: “Necesitamos de todo en Oriente Medio”, responde Pizzaballa “pero sobre todo de creer aún que es posible quererse. Los testimonios nos dicen que, a pesar de todo, esta fuerza vive aún”.
Concluye con una petición a quien, como nosotros, vive en una paz duradera:
“Debéis ayudarnos a pasar página y a no ser esclavos de nuestros balances”.[1]
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