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lunes, 1 de septiembre de 2014

  VOCACION HUMANA A SER CUSTODIOS
Camino al 35°Aniversario de la Proclamación de San Francisco de Asís, Patrono de la Ecología (19979-2014)
(Sexta entrega)


Lic. Fray Luis Antonio Scozzina ofm
Director del CEFEDER
UCA ROSARIO

2.Denuncia profética: “cultura del descarte”
 Todo anuncio del Evangelio implica la misión profética de la denuncia y del testimonio contracultural que el Papa Francisco enuncia como “cultura del descarte” o lo que franciscamente podríamos llamar la “injusticia ambiental”. Entendida ésta como el vínculo intrínseco entre pobreza, justicia social y cuidado del ambiente.
 El respeto por la naturaleza y la paz van juntos, pero se les opone el ídolo del dinero que propicia una cultura del descarte, violenta los ecosistemas de la tierra, provoca conflictos humanos y conduce finalmente a la guerra. La presencia del Papa Francisco en la isla de Lampedusa en las periferias del mundo europeo desarrollado y en el encuentro con los excluidos “descartables”, hace un llamado a la conciencia de los cristianos y del mundo “desarrollado” a superar la cultura de la indiferencia:“Hoy nadie en el mundo se siente responsable de esto; hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna; hemos caído en la actitud hipócrita del sacerdote y del servidor del altar, de los que hablaba Jesús en la parábola del Buen Samaritano: vemos al hermano medio muerto al borde del camino, quizás pensamos “pobrecito”, y seguimos nuestro camino, no nos compete; y con eso nos quedamos tranquilos, nos sentimos en paz. La cultura del bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos hace insensibles al grito de los otros, nos hace vivir en pompas de jabón, que son bonitas, pero no son nada, son la ilusión de lo fútil, de lo provisional, que lleva a la indiferencia hacia los otros, o mejor, lleva a la globalización de la indiferencia. En este mundo de la globalización hemos caído en la globalización de la indiferencia. ¡Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del otro, no tiene que ver con nosotros, no nos importa, no nos concierne!... La globalización de la indiferencia nos hace “innominados”, responsables anónimos y sin rostro”.

“Adán, ¿dónde estás?”, “¿Dónde está tu hermano?”, son las preguntas que Dios hace al principio de la humanidad y que dirige también a todos los hombres de nuestro tiempo, también a nosotros. Pero me gustaría que nos hiciésemos una tercera pregunta: “¿Quién de nosotros ha llorado por este hecho y por hechos como éste?”. ¿Quién ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas? ¿Quién ha llorado por esas personas que iban en la barca? ¿Por las madres jóvenes que llevaban a sus hijos? ¿Por estos hombres que deseaban algo para mantener a sus propias familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia de llorar, de “sufrir con”: ¡la globalización de la indiferencia nos ha quitado la capacidad de llorar! En el Evangelio hemos escuchado el grito, el llanto, el gran lamento: “Es Raquel que llora por sus hijos… porque ya no viven”. Herodes sembró muerte para defender su propio bienestar, su propia pompa de jabón. Y esto se sigue repitiendo… Pidamos al Señor que quite lo que haya quedado de Herodes en nuestro corazón; pidamos al Señor la gracia de llorar por nuestra indiferencia, de llorar por la crueldad que hay en el mundo, en nosotros, también en aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas que hacen posibles dramas como éste”.[23]
Francisco volverá a denunciar en otros mensajes la mentalidad propia de la sociedad del consumo y del uso indiscriminado de los bienes. “Esta «cultura del descarte» tiende a convertirse en mentalidad común, que contagia a todos. La vida humana, la persona, ya no es percibida como valor primario que hay que respetar y tutelar, especialmente si es pobre o discapacitada, si no sirve todavía —como el nascituro— o si ya no sirve —como el anciano—. Esta cultura del descarte nos ha hecho insensibles también al derroche y al desperdicio de alimentos, cosa aún más deplorable cuando en cualquier lugar del mundo, lamentablemente, muchas personas y familias sufren hambre y malnutrición. En otro tiempo nuestros abuelos cuidaban mucho que no se tirara nada de comida sobrante. El consumismo nos ha inducido a acostumbrarnos a lo superfluo y al desperdicio cotidiano de alimento, al cual a veces ya no somos capaces de dar el justo valor, que va más allá de los meros parámetros económicos. ¡Pero recordemos bien que el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre, de quien tiene hambre! Invito a todos a reflexionar sobre el problema de la pérdida y del desperdicio del alimento a fin de identificar vías y modos que, afrontando seriamente tal problemática, sean vehículo de solidaridad y de compartición con los más necesitados”. [24]

Rescatando comunidades marginadas con cuidados ecológicos
 El cambio de estilo de vida y de modelo de desarrollo en el ministerio de Francisco adquiere urgencia la “conversión ecológica” y exige un compromiso personal que lleva a revisar la actitud ante el dinero. La postura del Papa Francisco tiene mucha consonancia con la denuncia al poder del uso del dinero en el tiempo de San Francisco. En la  Regla de San Francisco Capítulo IV pide a sus hermanos que para ingresar a la fraternidad es necesario el despojo de toda posesión y “manda que de ningún modo reciban dinero”.
El Papa Francisco en una de sus habituales homilías en San Marta, denuncia esta tentación del los católicos: “El dinero también enferma el pensamiento, también enferma la fe y la hace andar por otro camino. Y va más allá... De ahí nacen las envidias, las peleas, las maledicencias, las malas sospechas, los conflictos de hombres de mente corrompida y privados de la verdad, que consideran la religión como una fuente de beneficios. 'Yo soy católico, yo voy a Misa, porque eso me da un cierto status. Me miran bien... pero por debajo hago mis negocios. Doy culto al dinero'. Y aquí hay una palabra que la encontramos tantas veces en los periódicos: 'Hombres de mente corrompida'. ¡El dinero corrompe! No hay escapatoria”.

“'No podemos servir a Dios y al dinero'. No se puede: ¡O lo uno o lo otro! Esto no es comunismo. ¡Esto es Evangelio puro! ¡Esto son las palabras de Jesús! ¿Qué sucede con el dinero? El dinero te ofrece un cierto bienestar al principio. Está bien, después te sientes un poco importante y llega la vanidad. Lo hemos leído en el Salmo como llega esta vanidad. Esta vanidad que no vale, pero tú te sientes una persona importante: esa es la vanidad. Y de la vanidad a a la soberbia, al orgullo. Son tres escalones: la riqueza, la vanidad y el orgullo”.[25]

 CONCLUSIÓN
La vocación a ser custodios, es decir,  a cuidar y custodiar el don gratuito de la vida y todo lo creado es el desafío de la nueva evangelización. 
Asumir la cuestión social y ecológica en la emergencia de la actual crisis ambiental es recuperar la actitud del estupor, de contemplación, de escucha de la creación y de la “escucha el clamor por la justicia” [26]
Concluimos con este extracto de la audiencia papal: “Pero «cultivar y custodiar» no comprende sólo la relación entre nosotros y el medio ambiente, entre el hombre y la creación; se refiere también a las relaciones humanas. Los Papas han hablado de ecología humana, estrechamente ligada a la ecología medioambiental. 
Nosotros estamos viviendo un momento de crisis; lo vemos en el medio ambiente, pero sobre todo lo vemos en el hombre. 
La persona humana está en peligro: esto es cierto, la persona humana hoy está en peligro; ¡he aquí la urgencia de la ecología humana! Y el peligro es grave porque la causa del problema no es superficial, sino profunda: no es sólo una cuestión de economía, sino de ética y de antropología. 
La Iglesia lo ha subrayado varias veces; y muchos dicen: sí, es justo, es verdad... Pero el sistema sigue como antes, pues lo que domina son las dinámicas de una economía y de unas finanzas carentes de ética. Lo que manda hoy no es el hombre: es el dinero, el dinero; la moneda manda. Y la tarea de custodiar la tierra, Dios Nuestro Padre la ha dado no al dinero, sino a nosotros: a los hombres y a las mujeres, ¡nosotros tenemos este deber! En cambio hombres y mujeres son sacrificados a los ídolos del beneficio y del consumo: es la «cultura del descarte». [27]

“Alabamos a Dios por la belleza del cosmos y de la tierra, “jardín” maravilloso que confió al hombre para que lo cultivara y conservara. Conviene que los hombres recuerden que se encuentran en un “huerto” del inmenso universo, creado por Dios para ellos”.[28]

                                                                           Rosario, mayo de 2014


 [23] Mensaje en Lampedusa, 8 de julio 2013
[24] Cf. Mensaje a la FAO, junio 2013
[25] Papa Francisco,Extracto de una Homilía en Santa Marta, fuente Radio Vaticana.
[26] Cf. Exhortación apostólica Evangelii Gaudium 188-192
[27] Audiencia general, 05/06/2013.
[28] Juan Pablo II, Fragmento del Discurso pronunciado ante los líderes religiosos, Asís, 24 de enero de 2002




Editado por: Marina Fiorino Sierra

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