VOCACION HUMANA A SER CUSTODIOS
Camino al 35°Aniversario de la Proclamación de San Francisco de Asís,
Patrono de la Ecología (19979-2014)
(Sexta entrega)
Lic. Fray Luis Antonio Scozzina ofm
Director del CEFEDER
UCA ROSARIO
2.Denuncia profética: “cultura del descarte”
Todo
anuncio del Evangelio implica la misión profética de la denuncia y del
testimonio contracultural que el Papa Francisco enuncia como “cultura del
descarte” o lo que franciscamente podríamos llamar la “injusticia ambiental”.
Entendida ésta como el vínculo intrínseco entre pobreza, justicia social y
cuidado del ambiente.
El
respeto por la naturaleza y la paz van juntos, pero se les opone el ídolo del
dinero que propicia una cultura del descarte, violenta los ecosistemas de la
tierra, provoca conflictos humanos y conduce finalmente a la guerra. La
presencia del Papa Francisco en la isla de Lampedusa en las periferias del
mundo europeo desarrollado y en el encuentro con los excluidos “descartables”,
hace un llamado a la conciencia de los cristianos y del mundo “desarrollado” a
superar la cultura de la indiferencia:“Hoy nadie en el mundo se siente
responsable de esto; hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna;
hemos caído en la actitud hipócrita del sacerdote y del servidor del altar, de
los que hablaba Jesús en la parábola del Buen Samaritano: vemos al hermano
medio muerto al borde del camino, quizás pensamos “pobrecito”, y seguimos
nuestro camino, no nos compete; y con eso nos quedamos tranquilos, nos sentimos
en paz. La cultura del bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos,
nos hace insensibles al grito de los otros, nos hace vivir en pompas de jabón,
que son bonitas, pero no son nada, son la ilusión de lo fútil, de lo
provisional, que lleva a la indiferencia hacia los otros, o mejor, lleva a la
globalización de la indiferencia. En este mundo de la globalización hemos caído
en la globalización de la indiferencia. ¡Nos hemos acostumbrado al sufrimiento
del otro, no tiene que ver con nosotros, no nos importa, no nos concierne!...
La globalización de la indiferencia nos hace “innominados”, responsables
anónimos y sin rostro”.
“Adán, ¿dónde
estás?”, “¿Dónde está tu hermano?”, son las preguntas que Dios hace al
principio de la humanidad y que dirige también a todos los hombres de nuestro
tiempo, también a nosotros. Pero me gustaría que nos hiciésemos una tercera
pregunta: “¿Quién de nosotros ha llorado por este hecho y por hechos como
éste?”. ¿Quién ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas? ¿Quién ha
llorado por esas personas que iban en la barca? ¿Por las madres jóvenes que
llevaban a sus hijos? ¿Por estos hombres que deseaban algo para mantener a sus
propias familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia de llorar,
de “sufrir con”: ¡la globalización de la indiferencia nos ha quitado la
capacidad de llorar! En el Evangelio hemos escuchado el grito, el llanto, el
gran lamento: “Es Raquel que llora por sus hijos… porque ya no viven”. Herodes
sembró muerte para defender su propio bienestar, su propia pompa de jabón. Y
esto se sigue repitiendo… Pidamos al Señor que quite lo que haya quedado de
Herodes en nuestro corazón; pidamos al Señor la gracia de llorar por nuestra
indiferencia, de llorar por la crueldad que hay en el mundo, en nosotros,
también en aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas
que hacen posibles dramas como éste”.[23]
Francisco
volverá a denunciar en otros mensajes la mentalidad propia de la sociedad del
consumo y del uso indiscriminado de los bienes. “Esta «cultura del descarte»
tiende a convertirse en mentalidad común, que contagia a todos. La vida humana,
la persona, ya no es percibida como valor primario que hay que respetar y
tutelar, especialmente si es pobre o discapacitada, si no sirve todavía —como
el nascituro— o si ya no sirve —como el anciano—. Esta cultura del descarte nos
ha hecho insensibles también al derroche y al desperdicio de alimentos, cosa
aún más deplorable cuando en cualquier lugar del mundo, lamentablemente, muchas
personas y familias sufren hambre y malnutrición. En otro tiempo nuestros
abuelos cuidaban mucho que no se tirara nada de comida sobrante. El consumismo
nos ha inducido a acostumbrarnos a lo superfluo y al desperdicio cotidiano de
alimento, al cual a veces ya no somos capaces de dar el justo valor, que va más
allá de los meros parámetros económicos. ¡Pero recordemos bien que el alimento
que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre, de quien tiene
hambre! Invito a todos a reflexionar sobre el problema de la pérdida y del
desperdicio del alimento a fin de identificar vías y modos que, afrontando
seriamente tal problemática, sean vehículo de solidaridad y de compartición con
los más necesitados”. [24]
Rescatando comunidades marginadas con cuidados ecológicos |
El
cambio de estilo de vida y de modelo de desarrollo en el ministerio de
Francisco adquiere urgencia la “conversión ecológica” y exige un
compromiso personal que lleva a revisar la actitud ante el dinero. La postura
del Papa Francisco tiene mucha consonancia con la denuncia al poder del uso del
dinero en el tiempo de San Francisco. En la Regla de San Francisco
Capítulo IV pide a sus hermanos que para ingresar a la fraternidad es necesario
el despojo de toda posesión y “manda que de ningún modo reciban dinero”.
El Papa
Francisco en una de sus habituales homilías en San Marta, denuncia esta
tentación del los católicos: “El dinero también enferma el pensamiento,
también enferma la fe y la hace andar por otro camino. Y va más allá... De ahí
nacen las envidias, las peleas, las maledicencias, las malas sospechas, los
conflictos de hombres de mente corrompida y privados de la verdad, que
consideran la religión como una fuente de beneficios. 'Yo soy católico, yo voy
a Misa, porque eso me da un cierto status. Me miran bien... pero por debajo
hago mis negocios. Doy culto al dinero'. Y aquí hay una palabra que la
encontramos tantas veces en los periódicos: 'Hombres de mente corrompida'. ¡El
dinero corrompe! No hay escapatoria”.
“'No podemos
servir a Dios y al dinero'. No se puede: ¡O lo uno o lo otro! Esto no es
comunismo. ¡Esto es Evangelio puro! ¡Esto son las palabras de Jesús! ¿Qué
sucede con el dinero? El dinero te ofrece un cierto bienestar al principio.
Está bien, después te sientes un poco importante y llega la vanidad. Lo hemos
leído en el Salmo como llega esta vanidad. Esta vanidad que no vale, pero tú te
sientes una persona importante: esa es la vanidad. Y de la vanidad a a la
soberbia, al orgullo. Son tres escalones: la riqueza, la vanidad y el orgullo”.[25]
CONCLUSIÓN
La vocación a ser custodios, es decir,
a cuidar y custodiar el don gratuito de la vida y todo lo creado es el
desafío de la nueva evangelización.
Asumir la cuestión social y ecológica en la
emergencia de la actual crisis ambiental es recuperar la actitud del estupor,
de contemplación, de escucha de la creación y de la “escucha el clamor
por la justicia” [26]
Concluimos con este extracto de la audiencia papal: “Pero
«cultivar y custodiar» no comprende sólo la relación entre nosotros y el medio
ambiente, entre el hombre y la creación; se refiere también a las relaciones
humanas. Los Papas han hablado de ecología humana, estrechamente ligada a la
ecología medioambiental.
Nosotros estamos viviendo un momento de crisis; lo
vemos en el medio ambiente, pero sobre todo lo vemos en el hombre.
La persona
humana está en peligro: esto es cierto, la persona humana hoy está en peligro;
¡he aquí la urgencia de la ecología humana! Y el peligro es grave porque la
causa del problema no es superficial, sino profunda: no es sólo una cuestión de
economía, sino de ética y de antropología.
La Iglesia lo ha subrayado varias
veces; y muchos dicen: sí, es justo, es verdad... Pero el sistema sigue como antes,
pues lo que domina son las dinámicas de una economía y de unas finanzas
carentes de ética. Lo que manda hoy no es el hombre: es el dinero, el dinero;
la moneda manda. Y la tarea de custodiar la tierra, Dios Nuestro Padre la ha
dado no al dinero, sino a nosotros: a los hombres y a las mujeres, ¡nosotros
tenemos este deber! En cambio hombres y mujeres son sacrificados a los ídolos
del beneficio y del consumo: es la «cultura del descarte». [27]
“Alabamos a Dios por la belleza del cosmos y de la tierra, “jardín” maravilloso
que confió al hombre para que lo cultivara y conservara. Conviene que los
hombres recuerden que se encuentran en un “huerto” del inmenso
universo, creado por Dios para ellos”.[28]
Rosario,
mayo de 2014
[23] Mensaje en Lampedusa, 8 de julio 2013
[24] Cf. Mensaje a la FAO, junio 2013
[25] Papa Francisco,Extracto de una Homilía en Santa Marta, fuente Radio
Vaticana.
[26] Cf. Exhortación apostólica Evangelii Gaudium 188-192
[27] Audiencia general, 05/06/2013.
[28] Juan
Pablo II, Fragmento del Discurso pronunciado ante los líderes religiosos, Asís,
24 de enero de 2002
Editado por: Marina Fiorino Sierra
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