San Francisco de Asís Patrono de la Ecología
El 29
de Noviembre de 1979, el Papa Juan Pablo II promulgó la Bula Inter Sanctos, en la cual declaraba a San Francisco patrono de los cultores de la
Ecología. Sin embargo, el Pobrecillo no puede ser contado entre los ecólogos, porque no se dedicó a dicha disciplina científica
que no existía en su época. En sus escritos pocas veces encontramos la palabra
“naturaleza”, porque prefería usar los nombres de las cosas: sol, luna, tierra,
agua, etc.
Los
hombres aman y admiran a San Francisco porque ven cumplidas en él algunas
aspiraciones que anhelan profundamente, como la alegría, la libertad, la paz y
la armonía entre ellos mismos y de ellos con las cosas.
Francisco
respeta y ama a las criaturas porque reconoce
que el origen y el destino común de todos es Dios, creador y redentor.
Por eso él alababa a Dios en nombre de las criaturas y también a través de
ellas. Además estaba convencido que el Señor también manifiesta su voluntad por
medio de sus obras. El mundo y las cosas son una palabra, un mensaje de Dios
para los hombres, en espera de una respuesta. Viendo las criaturas a la luz del
misterio de la creación y de la redención, Francisco comprende que ellas están
confiadas a la responsabilidad del hombre, a su cuidado, y no simplemente
librada a sus caprichos y antojos.
En
Francisco es claro el reconocimiento al hombre de su derecho de usar las cosas,
pero también es claro el rechazo y la condena a cualquier tipo de abuso. El
hombre no debe hacer uso de la creación produciéndose daño a sí mismo ni a su
prójimo. En esta misma clave es que Francisco considera el trabajo como una
gracia de Dios, para ser desarrollada con espíritu de fe y devoción; el hombre
no puede mirar sólo su enriquecimiento ilimitado, también debe respetar la
riqueza de la creación, que es limitada. Para Francisco el trabajo no significa
dominar la tierra, sino custodiarla en nombre del Altísimo, Omnipotente y Buen
Señor.
Los
ambientalistas consideran como un gran ejemplo la opción de la pobreza sumida
por San Francisco, y como clave para frenar la actual explotación desenfrenada
de los recursos naturales, motivada simplemente por la lógica del consumismo.
La pobreza voluntaria, asumida como estilo de vida responsable (especialmente
para los habitantes del primer mundo, que representan el 20% de la población
mundial y consumen el 80% de la producción del mismo) podría reducir, e incluso
frenar, el dramático derroche y destrucción de los recursos renovables y no
renovables y también equilibrar la escandalosa desigualdad entre países
desarrollados y subdesarrollados.
(De
recopilación de apuntes)
Editó: Marina
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