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viernes, 27 de junio de 2014

¡Se inaugura una nueva ternura para con la vida!

Camino al 35°Aniversario de la Proclamación de San Francisco de Asís, Patrono de la Ecología (1979-2014)
VOCACION HUMANA A SER CUSTODIOS
(Segunda Entrega)
Lic. Fray Luis Antonio Scozzina ofm
Director del CEFEDER
UCA ROSARIO

II. Dimensión antropológica: El cuidado como modo de ser.
El Papa Francisco incorpora a la visión ambiental del magisterio la categoría del “cuidado” como dimensión del ser y por lo tanto, como una dimensión antropológica constitutiva del ser humano.
El cuidado es aún algo más que un acto, es una actitud, es un modo de concebir lo humano en una integración vital con el “homo faber”. El filósofo que mejor vio la importancia esencial del cuidado, Martín Heidegger, en su famoso “Ser y Tiempo”: Desde el punto de vista existencial, el cuidado se halla en el a priori, antes de toda actitud y situación de lo humano, lo que siempre significa decir que ella se halla en toda actitud y situación de hecho. Quiere decir, el cuidado se encuentra en la raíz primera del ser humano, antes que el haga cualquier cosa… Significa reconocer el cuidado como modo-de-ser esencial, siempre presente e irreducible a otra realidad anterior.
Es una dimensión frontal, originaria, ontológica, imposible de ser totalmente desvirtuada. “Un modo-de-ser no es un nuevo ser. Es una manera que el propio ser se estructura y se da a conocer. El cuidado entra en la naturaleza constitutiva del ser humano. El modo-de-ser cuidado revela de manera concreta como es el ser humano.”
“Sin el cuidado, el deja de ser humano…. El cuidado debe ser entendido en la línea de la esencia humana (que responde a la pregunta: ¿qué es ser humano?. En palabras de Martín Heidegger: cuidado significa un fenómeno ontológico-existencial” Traduciendo: un fenómeno que es la base posibilitadora de la existencia humana en cuanto humana[1]  

1. Ética del “saber cuidar”[2]
“El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara” (Gn. 2,15). Este texto del Libro de Génesis nos permite recuperar una visión bíblica que estuvo reducida a la visión de dominar y someter la tierra de Génesis 1,26-28 propia de buena parte de la teología de la creación.
 En estas últimas décadas crece seminalmente un nuevo paradigma de la re-ligación, de re-encantamiento por la naturaleza y de compasión por los que sufren, se inaugura una nueva  ternura para con la vida y un sentimiento auténtico de pertenencia amorosa  a la Madre-Tierra. Cuidar es más que un acto; es una actitud. Representa una actitud de ocupación, preocupación, de responsabilización y de compromiso afectivo con el otro.
2. Dos modos de ser en el mundo: el trabajo y el cuidado.
La supremacía de la visión antropológica del hombre como artífice de la acción y de la transformación del mundo y como modo de ser en el mundo por el trabajo se da en la forma de interacción y de intervención. En el ser humano, el trabajo se transforma en un modo de ser consciente y asume el carácter de proyecto de una estrategia con sus tácticas de plasmación de sí mismo y en la naturaleza.
El otro modo de ser-en-el-mundo se realiza por el cuidado. El cuidado no se opone al trabajo más le confiere una tonalidad diferente. Por cuidado no vemos la naturaleza y todo en lo que ella existe como objetos. La relación no es sujeto-objeto, más sujeto-sujeto. Experimentamos los seres como sujetos, como valores, como símbolos que remiten a una realidad fontal. La naturaleza no es muda. Habla y evoca. Emite mensajes de grandeza, belleza, perplejidad y fuerza. El ser humano puede escrutrar e interpretar esas señales.
En el Mensaje de la Jornada Mundial por la paz de 2014[3], el Papa Francisco resalta la necesidad de que el hombre contemporáneo redescubra la actitud de cuidado y respeto de lo creado, cuando afirma: “La familia humana ha recibido del Creador un don en común: la naturaleza. La visión cristiana de la creación conlleva un juicio positivo sobre la licitud de las intervenciones en la naturaleza para sacar provecho de ello, a condición de obrar responsablemente, es decir, acatando aquella “gramática” que está inscrita en ella y usando sabiamente los recursos en beneficio de todos, respetando la belleza, la finalidad y la utilidad de todos los seres vivos y su función en el ecosistema. En definitiva, la naturaleza está a nuestra disposición, y nosotros estamos llamados a administrarla responsablemente.
En cambio, a menudo nos dejamos llevar por la codicia, por la soberbia del dominar, del tener, del manipular, del explotar; no custodiamos la naturaleza, no la respetamos, no la consideramos un don gratuito que tenemos que cuidar y poner al servicio de los hermanos, también de las generaciones futuras”.
Siguiendo la intuición de San Francisco[4] el hombre se coloca a los pies de las cosas, junto a ellas y con ellas se siente unido. No existe, co-existe con todos los otros seres. La relación no es de dominio, de estar sobre, más bien de con-vivencia. No es pura intervención, más inter-acción y comunión. Cuidar es entrar en sintonía con, auscultarles el ritmo y afinarse con ellas. La razón analítico-instrumental abre camino para la razón cordial, el espíritu de delicadeza, el sentimiento profundo. La centralidad no está más ocupada por logos razón, más (que) por el pathos sentimiento.
“…Dar centralidad al cuidado no significa dejar de trabajar y de intervenir al mundo. Significa renunciar a la voluntad de poder que reduce todo a los objetos, desconectados de la subjetividad humana. Significa recusarse a todo despotismo y a toda dominación. Significa imponer límites a la obsesión por la eficacia a cualquier costo. Significa derrumbar la dictadura de la racionalidad fría  y abstracta para dar lugar al cuidado. Significa organizar el trabajo en sintonía con la naturaleza, sus ritmos y sus indicaciones. Significa respetar la comunión que todas las cosas entretejen entre sí y con nosotros.
Significa colocarse junto y al pie de cada cosa que queremos transformar para que ella no sufra, no sea desenraizada de su hábitat y pueda mantener las condiciones de desenvolverse y co-evolucionar junto con sus ecosistemas y con la propia tierra. Significa captar la presencia del Espíritu para que más allá  de nuestros límites humanos, en el universo, en las plantas, en los organismos vivos,….portadores también de sentimientos, de lenguajes y de hábitos culturales semejantes a los nuestros.”[5]

Editado por: Marina Fiorino Sierra   



[1] Leonardo Boff, Saber cuidar. Etica de lo humano – compasión por la tierra., Ed. Vozes, Petrópolis 2011, 33-34
[2] Leonardo Boff, Saber cuidar Etica de lo humano – compasión por la tierra., Ed. Vozes, Petrópolis 2011
[3] Papa Francisco, Mensaje Jornada Mundial de oración por la paz, 2014
[4] San Francisco de Asís, Saludos a las virtudes,16-18 dice: “y está sujeto y sometido a todos los hombre que hay en el mundo; y no sólo a los hombres, sino también a todas las bestias y fieras para que, en cuanto les sea dado de lo alto por el Señor, puedan hacer de él lo que quieran”
[5] Cf. Boff, L. Saber cuidar, Cf. 96-103 
     

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